BIOGRAFIA

Biografía Beatriz La Codorniz

(Apodo sacado por mi hermano, alias Carlota come cacota, a los seis años)

Fui una niña buena, obediente, ordenada, bailarina y muy imaginativa.

Fui una adolescente desobediente, discotequera, atrevida, mucho más imaginativa y enamoradiza a la vez que muy dura con los chicos.

¿A quién no le han roto el corazón alguna vez? A mí unas cuantas veces.

Creo que algunas de mis historias se han creado desde esos trozos hechos trapos. Al menos, han servido para algo.

Y ahora, que he madurado, lo he metido todo en una coctelera y he sacado un poco de todo eso, lo mejor y lo peor, por supuesto, ¿A quién le gusta la gente perfecta?

A mí no, porque si no, no tendría al chico malo de la ciudad a mi lado. ;)

Soy grosera y muy, muy sentida, así que, comentar, pero no seáis muy duras…

Es broma, podéis ser tan cabronas como mis protagonistas, yo me lo tomaré con filosofía.

En cuanto a mis historias -porque para mí son eso, historias-, nacen sin saber muy bien qué camino seguir. Creo sobre la marcha. Nuca sé cómo va a terminar, ni lo que sucederá.

Yo también me quiero sorprender. Y quiero disfrutar, como espero que lo hagan todos al leer un pedacito de mí.

P.D. Os preguntareis porque he cambiado mi biografía, pues bueno, solo decir que después de varios años sin sonreír, al fin he soltado una carcajada. Así que, me he dicho; Vuelvo a empezar. Vida nueva. Mente nueva. A la mierda la mierda de pasado y tola la mierda pasada.

Perdón, pero no os alarméis, ya os he dicho que soy una grosera.

Bueno, y ahora a disfrutar de historias que pueden conquistar vuestro corazón.

A DIETA


                                                                                                                                                                                                                        
 
 


   Mi nombre… una incógnita, ya que vale la pena, por mi bien, que no deje ni uno de mis datos personales. Solo uno, muy importante y desmesuradamente penoso.

    Soy adicta a la comida.

    No es que me sienta orgullosa al admitirlo, pero toda adicción comienza por admitirla y yo, lo admito; Me encanta comer, comer de todo, dulce, salado, agrio, picante, frio, caliente… Bla, bla, bla. Podéis haceros una idea. Soy como el monstruo come galletas pero yo, soy el alíen come de todo.

    Los médicos dicen que comer de todo es sano, pero otros, que deberíamos comer sano sin pasarnos y sin abusar, vale, pero toda comida lleva algo que nos hace falta, TODAAAA, así es que…

    ¡Que se aclaren coño!

    Normalmente no soy una asquerosa, pero mi comportamiento es debido a que estoy a dieta y como el exfumador después de su segunda semana sin fumar, yo tengo mis descontroles (que no son pocos) y que sin duda me hacen dudar mentalmente, sin embargo, mirándolo desde otro punto de vista, yo no soy tan culpable de estos oscuros pensamientos, la gente que nos rodea son bastante cabrones y solo es que tu dejes de hacer algo para que el mierda que está contigo a tu lado, cerca o en el piso de enfrente o en tu puesto de trabajo, esos mismos personajes, te restrieguen por la cara como mamones despiadados esa necesidad que estas evitando a toda costa y que ellos no hacen más que mostrarte como;

    Mmmm, que bien el cigarrito de después del café…

    Mmmm, que bueno el postre de arándanos con queso y caramelo derretido por encima…

    Mmmm, que bueno la cazallita antes de comer…

    Mmmm…

    HIJOS DE P…!!!!!!!!!!!!

    ¿A ver quién soporta esto?

    Yo no. Y te lo demuestro en mi día.

    Nada más abrir los ojos y desperezarme exageradamente como si me estuviera transformando en un puto Zombi, pensé en un enorme bocadillo de tortilla de patatas con mayonesa y tomatito caliente refregado por las dos partes del pan, acompañándolo con un platito de queso curado (García Baquero)  junto con un chorrito de aceite con romero delicadamente tirado por encima de cada lamina bien cortada… Dios, se me hacia la boca agua, pero como una buena chica lo aparté de mi cabeza a base de golpes contra el cabezal de la cama y me comí un bol de cereales integrales sin sabor, duros y mustios. Delisiosos.

    Terminado mi desayuno, fui asearme para aparentar una persona decente. Me lavé los dientes y cuando vi la pasta blanca y blanda de dientes, me imaginé un merengue con nata montada cayendo por los lados.

    A eso sí que le diría un MMMMMMMMM. En mayúsculas. Pero es menta, no nata, así que, lo escupí.

    Salí de casa como siempre para esperar el autobús que me recoja y todo lo que me encuentro en el trayecto, hasta en las seis paradas que hace el bus, son puestos de perritos calientes, joder, los ojos se me iban a esas casetas de metal como putos imanes, si es que me comería el carro entero. Que deprimente, hasta me imagino a mí misma, vista desde fuera, una copia mala de Homer Simpson abriendo la boca y la baba colgando por un lado.

    Ooooooh. Carne, cebolla, mostaza, panceta, Kétchup…

    Sacudí la cabeza mientras encontraba en mi mollera el concepto de lo penosa que era.

    Conclusión: Como el caballero Simpson (con ironía) no tengo solución.

    Llegué al trabajo muy puntual, por suerte la calle de las oficinas estaba desierta de puestos de comida caliente, si no, lo tendría muy mal para entrar, seguramente sería absorbida como un ovni al lugar de ejecución. Deseché todos esos pensamientos y me centré en mi trabajo. A mitad de la mañana me comí una barrita de cereales tan buenísimos como los cereales que me habían cortado la digestión de buena mañana, mientras observé como la cerda de mi compañera de mesa se comía dos donuts de chocolate recién hechos con virutas de fresa…

    Cerda, guarra, avariciosa!! Grité en mi mente mientras le sonreía falsamente rezando para que no me diera conversación, ya que mi lengua en esos momentos estaba siendo apresada por mis dientes por no gritarle a los cuatro vientos lo cerda que era, el problema es que la muy petarda me devolvió la sonrisa y… Tenía los dientes manchados de chocolate, me dieron arcadas. ¿Es que no se daba cuenta?

    Desestimé la opción de decírselo yo misma y le di la espalda antes de que comenzara a devorar como una desesperada el tercer donuts.

    Las siguientes horas pasaron rápidas y lo aguante como una campeona, pero lo peor fue cuando paramos a comer.

    En la buffet del comedor había de todo, es más, desde que estaba a dieta, veía siempre más alimentos nuevos todos los días, llegué a pensar que lo hacían apostas para castigarme, pero solo se trataba de mi imaginación por desear coger algo que parecía estar prohibido para mí y todos las flacas del país. Avancé en la cola y a la hora de tocarme a mí le presenté mi impecable bandeja sin postre ni pan a la cocinera. La miré con su gorrita blanca, el mandil con algunos manchurrones de alguna salsa, de mediana edad y un poquito rechoncha…

    Seguro que la tía sé comía todo lo que sobraba.

    Le pedí un plato de ensalada y le ofrecí mi plato en alto a la espera de que se enrollara y me alimentara bien, sin embargo, me puso; cuatro hojas verdes, dos trozos de tomates y un poco de atún. Miré el plato y la miré a ella de nuevo, tenía la sonrisa más ensanchada.

    Pero ¿De qué mierda se ríe? Si aún se pensará que me hacía un favor con la mierda de plato que me ha servido…

    Ahí te atragantes con todo la comida que sobrara so puta.

    Solo lo pensé. Sonreí falsamente y me largué con mi plato “variado” en las manos y farfullando unos cuantos tacos más dedicados a Shrek.

    Había varias mesas a lo largo, no obstante, continué recto, pasaba totalmente de sentarme en la misma mesa que la cerda de los donuts, que la tía se había puesto un enorme plato de macarrones con queso gratinado, estaba segura que si se terminaba toda esa platada la cerda explotaría en mil pedazos sobre nosotros. Me dio un estremecimiento al pensar en esa imagen.

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    Llegué hasta la mesa de los chicos y me senté con ellos, error. Hasta el momento nunca me había dado cuenta de lo que comen estos cabrones, zampan y zampan y… ¿Dónde coño lo meten?

    Miré mi plato y miré los suyos, de pena. Mientras que el mío había más plato que comida, en los suyos había de todo; Desde carnes salteadas con salsas, pechugas empanadas con patatas hasta caldos grasientos y todo mezclado con pan.

    Por Dios, si me tiraría encima de la mesa en pelotas, me refregaría con las salsas tirándome la comida por encima y mordiscaría cada dedito de mis pies sin saltarme las uñas, incluso lamería el suelo si se cayera algo hasta hacerlo brillar… Hasta verlos comer esa comida me estaba poniendo a mil.

    Uffff, respira… Pero no te ahogues!

    Es imposible, esto es muy difícil… PERO NO!!!! Soy fuerte y me voy a comer mi ensalada de diseño con variedad de ingredientes sin rechistar.

    Terminé de comer y me quedé llena (que ironía). Lo que me gusta de la rama masculina es que, con los tíos no tienes que dejarte algo en el plato para quedar bien, así que, deje mi plato como el de ellos, vacío y más blanco que antes.

    La verdad es que desde que estoy a dieta, lo reconozco, me siento más ligera y más rápida. No puedo estarme quieta porque solo pienso en comer y comer, paro diez segundo y por mi cabeza pasan una variedad de imágenes de comida ralentizadas, como mostrándome delicadamente y con toda la puta lógica del mundo el hambre que tenía. He pensado en empezar a fumar pero el mamón de novio que me he encontrado, trabaja para una asociación del medio ambiente y no le haría mucha gracia, después de venir de una manifestación apoyando la capa de ozono o algún rollo de esos, verme con un piti en la boca, con lo cual, me aguantaré y me moriré de hambre toda la vida, porque claro, ahora estoy a dieta, pero después viene lo peor, mantenerse.

    Joder, si es que la cosa se complicaba por momentos.

    ¿Cuándo podremos respirar?

    NUNCA

    Sacudí la cabeza e hice una parada en el trabajo para merendar. La cerda se volvió a sacar su merendera… A ver que sacaba la colega… Pensé y abrí la boca en una O de lo más exagerada de sorpresa. No me lo podía creer, en sus manos tenía un bocadillo de chorizo, y no solo lo sabía porque había visto el rojo pasión entre las láminas de pan, si no es que la peste me acaba de abofetear la cara, y literalmente me ha girado la cara. Esto era increíble, y para colmo, la muy guarra me sonrió abriendo la boca como un maldito cocodrilo para poder meterse dentro la mitad de ese medio baguete, coño, solo faltaba que me restregara el chorizo por toda la cara…

    No te engañes, es lo que está haciendo…

    Me levanté de un resorte y me fui directa a la sala de máquinas, porque si continuaba observando a la cavernícola esa, el impulso de estamparle la grapadora en la cara hubiera sido incontrolable.

    Sola me comí mi pera, la más grande que había en la frutería, me relajé contando hasta diez y regresé a mi puesto de trabajo, la cerda no estaba, seguramente la muy guarra se había ido a cagar todo lo que se había metido por el cuerpo…

    Ojala se la tragara el wáter…Si no lo embozaba antes…

    Mierda, esto sí que lo había dicho en voz alta. Me la sudaba, nadie sabía a quién me refería…O si…Da igual, que le den a todo el mundo. Continué con el trabajo hasta que vi aparecer a la cerda con esa sonrisa que me estaba poniendo de los putos nervios…

    ¡Cerda, cerda, cerda, cerda!

    Terminé mi jornada laboral, a la misma hora como siempre y me dirigí a los ascensores, en ellos me crucé con los chicos que me invitaron a ir con ellos a tomar una cerveza, les dije que no y cabrones en susurros mientras me despedía con una sonrisa falsa en los labios.

    La jodida dieta también me prohíbe el alcohol, el gas, los batidos… Ni pillarme un pedo puedo. Y dicen que las flacas son felices ¡Y una mierda! Eso no se lo creía ni dios.

    Llegué a casa, mi hogar, mi eterno cobijo, que placer. Hoy me tocaba un sándwich integral de pechuga de pavo, valla, que festín me iba a dar. Me senté en el sofá y puse la tele, exactamente una peli donde saliera sangre, órganos y trozos de cuerpo tirados, vamos, una peli que me diera tanto asco que me quietara el hambre de golpe, pero, a quien pretendía tomarle el pelo, era de risa pensar que tenía una oportunidad con la mierda del ansia por la comida persiguiéndome cada segundo que estaba viva.

    Continué comiendo, para no fallar.

    Saboreaba mi sándwich como si fuera un manjar cada bocado que le daba, me lo comí muy lentamente para que no se notara tanto el hambre, pero, es imposible engañar a mi estómago, aun cuando terminé de comer, la mala puta se me reveló. Era una traidora. Abecés cuando dormía la mala zorra se revelaba, me despertaba asustada porque el sonido que emitía era de largo alcance y parecía que tuviera una invasión aporreándome a base de bombas, ahí dentro se ejecutaba la guerra mundial y no había forma de pararla. Aunque como iba a engañar a mi barriga cuando yo misma sabía que tenía hambre.

    ¡Mierda de dieta!

    Y esto lo he pronunciado a grito pelado.

    Terminé la cena y llamé a mi novio. El muy cabrón no quiere quedarse conmigo porque dice que estoy insoportable y de mala hostia todo el día. Tú te crees.

    Anda y que le jodan, él como come todo lo que le sale de los huevos no lo entiende, yo tengo restricciones, así, que no me toque las pelotas y que aguante mi humor para lo bueno y para lo malo.

    Maldito cabrón de mierda.

    Le colgué con un MA-RI-CÓN muy vocalizado y me acosté. Y como siempre, no podía dormir. Lo volví a intentar contando ovejas, pero mi cabeza me traicionó y me las imaginé comiéndomelas. Comencé a dar vueltas por la cama, tantas que mi sabana hizo un canelón con mi cuerpo… Y siempre la comida por el medio, en mis pensamientos, en mis palabras hasta en mis gestos.

    Mierda, ya no puedo más.

    Me levanté, cogí el teléfono y me pedí una pizza familiar con todos los ingredientes que echaba de menos. A la media hora el repartidor estaba en mi puerta y quince minutos después, la pizza ya estaba en mi tranquilo estómago.

    Me acosté y por fin, después de un largo tiempo dormí tranquilamente con una sonrisa en los labios.

    Mañana será otro día, y si de algo estoy segura es que…A LA MIERDA CON LA DIETA. Soy como soy, con este cuerpo y a quien no le guste, pues que no mire, yo me miro por él.

  

P.D. Come de todo, pero controla. Es sano comer pero malo pasarse y sobre todo, no te dejes influir por los demás. Ten un poco más de personalidad y siéntete bien contigo mismo.

                                                                                                      Anónima

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