Abrí los ojos y lo primero que vi fue el ventilador del techo
dando vueltas como un remolino a cámara lenta, cerré los ojos porque la luz del
exterior que llenaba toda la habitación me estaba jodiendo las pupilas hasta
hacerme llorar.
Que dolor de cabeza, era horrible, me
masajeé las sienes con los dedos tratando de encontrar la calma, pero era
imposible, sentía la presión constante de un intenso martilleo, migraña a lo
bestia y un mareo que me hacía ver doble. Esto era increíble ¿Pero cuánto bebí
anoche? Ni me acordaba, es más, no recordaba nada de lo sucedido, tenía una
laguna… que digo laguna, lo que tenía era el océano Índico en mi memoria.
Joder, pero que pedo enganché anoche. Tenía
que dejar de beber de esa manera.
Volví abrir los ojos lentamente y
apoyándome con los codos, los antebrazos y las manos conseguí incorporarme. Mis
brazos temblaban del esfuerzo como si estuviera viviendo un terremoto, e
incluso, me pareció que verdaderamente estaba sucediendo ese efecto de la
naturaleza, la cama se movía… o la movía yo… o… No losé, en ese mismo momento
no tenía muchas ganas de pensar y mi cabeza tampoco. Por fin conseguí mantenerme
sentada y aproveché ese despiste de mi cuerpo para bajar los pies al suelo, mi
cuerpo se dio cuenta de mi engaño y me castigó. La cabeza me pinchaba por todos
lados como si estrellaran granadas de gran nivel en mi celebro, mi vista estaba
borrosa y los oídos me pitaban de tal forma que parecía que hubiera dormido
encima de un altavoz de discoteca, aunque eso podía ser, en el estado
lamentable en el que me encontraba todo era posible.
Escuché un ruido y alcé la cabeza hacia el
intruso que estaba en mi habitación silbando, con el hombro apoyado en el marco
de la puerta y tan tranquilo como si viviera allí. Me quedé muerta ¿Pero quién
era ese? Y para colmo el tío tan solo llevaba unos calzoncillos que taparan
tanta piel como si nada. El desconocido se retiró de la pared y pasó por mi
lado, intenté girarme para verlo mejor pero me resultó imposible, por lo visto
también sufría una aguda tortícolis. El problema es que esperaba que no fuera
de menear la cabeza de adelante atrás sucesivamente y deprisa…mmm, <<para
que te pierdes. El tío ese primero>> Me dije yo misma controlando mi
mente obscena. El tío volvió a pasar por mi lado de nuevo, con unos tejanos
puestos y me quedé mirando ese culito prieto bajo tanta tela. La verdad es que
no estaba nada mal, que digo, el chaval estaba buenorro del todo. Lo malo es
que yo estaba hecha una mierda y no tenía ganas ni de hablarle, que si no…me
tiraría encima de él como una leona, hamm.
Continué observando ese cuerpo bronceado y
atlético hasta terminar en su rostro para cruzarme con una sonrisa. No sé si
estaba roja, porque me sentía arder como una antorcha y el cuerpo lo tenía
sudado, casi me había tenido que quitar las sabanas del cuerpo haciendo
palanca…Volviendo al tema que me lio.
El desconocido parecía que me hubiera leído
el pensamiento o también que mi aspecto daba pena. Solo me lo podía imaginar: Recién
levantada, con la misma ropa de ayer arrugada y el mismo maquillaje especial
para salir de fiesta (Es decir, mejunje a punta pala) Solo que en vez de estar
todo en su sitio, seguro que parecería un payaso con todos los colores
mezclados.
Madre mía y el tío este mirándome.
Gruñí un perdón en un idioma de alienígena
y me levanté para salir corriendo de su mirada dirección al baño, necesitaba
con urgencia mejorar mi aspecto, si es que podía. Pero, primero, caminar como
un pato y con toda la habitación dándome vueltas no me ayudó mucho, y segundo,
llegar a la puerta y estamparme contra ella, fue aún peor que mi desfile
troglodita. No obstante, lo mejor de todo fue el lechazo que me di. Caí de
espaldas contra el duro suelo, y te lo juro, vi pajaritos de colores volando a
mi alrededor, con sus cabecitas giradas en mi dirección mientras los muy
mamones se estaban partiendo el culo de mí. Aunque yo también hubiera soltado
una carcajada si no fuera por el daño que me había hecho y por el espectador
que tenía en la habitación, pero había sido la víctima… ¡y tanto!, el ostión había
sido descomunal, sin embargo, la gracia estaba en la primera parte, que era lo
que mi desconocido había visto, exactamente esto:
A una tía corriendo como una primate, con
la mirada gacha y terminando estampada contra una puerta de madera… ¿Es que no
ves que está cerrada? Pues no, no la vi, lo confieso, ver anteriormente el
paquetón en esos calzoncillos tan pequeños me había desorientado bastante más.
Me incorporé un poco y me giré <<que
no esté, que no esté, que no esté…>> Y no estaba, que suerte…
Error, sí que estaba.
El desconocido se había acomodado en uno de
mis sillones de la otra parte de la habitación que daban justo detrás de mí, tenía
esos brazos musculados cruzados y se estaba riendo. <<Cabrón>> Le
gruñí algo muy ofensivo en mi típico idioma alienígena y me levanté con todo el
arte que podía, pero parecía que estuviera haciendo break-dance en el suelo, para delante, para detrás, un pie arriba, otro
temblando, una mano en el suelo, la otra en la pared, un gritito, dos grititos,
medio cuerpo alzado, un gruñido, un eructo, un…!!!OHOOOOO!!!
La madre que me pario.
No me lo podía creer, esto no podía estar
pasando.
No te engañes, está pasando y al
desconocido le estas dando todo un espectáculo gratuito.
Conseguí
levantarme por fin de un tirón, donde todos mis huesos crujieron, abrí la
puerta y me metí escopetada para dentro. Ni de coña pensaba girarme para
comprobar la satisfacción que le estaba provocando a mi intruso.
Cuando conseguí serenarme y controlar dos
piernas temblorosas, acepté la idea de mirarme en el espejo y… Santo cielo, mi
cara parecía un mosaico pintado por un niño de tres años, todos los colores se
habían salido de la raya con exageración. Arqueé las cejas, bueno lo intenté,
las tenía pegadas y en ese momento mi reflejo en el espejo me recordó al señor
potato mezclado un poco con Carmen de Mairena.
Qué horror.
Con gran rapidez me puse manos a la obra y
comencé a quitarme toda la masilla pegada que tenía en la cara con unas
toallitas delicadas de crema, pero era imposible, con esto necesitaría un
estropajo de alambre, y ni siquiera con eso, por lo menos un rastrillo o… a
saber, no conocía nada más, bueno, algún químico potente, pero no estaba
preparada para ponerme de conejillo de indias delante de un novato veinteañero
que se está sacando la carrera y que encima la prueba más evidente en su cara
grasosa y sus gafas de culo botella, es que los resultados no son muy efectivos.
Vale eso descartado.
¿Qué hacer?
Nada, me limpiaré con lo que tengo.
Cuando terminé de arreglarme y ducharme con
agua congelada me di cuenta de que no me había preparado ropa para ponerme, con
lo que me quedaba una única solución, salir del aseo con la toalla enrollada al
cuerpo. Ya había hecho suficiente el ridículo, no me quedaba mucho que perder,
así que, até la toalla a mi cuerpo como si fuera un traje de neopreno que casi
no te dejaba respirar y salí al exterior aguantando la respiración, el problema
es que de tanta fuerza que ejercía, en el momento que di dos pasos fuera se me
escapó la respiración, solo que… no por donde me hubiera gustado, más
exactamente fue por el culo, claro por algún lado tenía que salir, y este salió
con presión por mi culo y con una sinfonía muy grave.
Trágame tierra pero YA.
De todo el asunto y de todos mis malos
pasos, la suerte que tuve esta vez es que mi desconocido no estaba por ningún
lado. Ni rastro. Me aseguré con precaución asomándome al pasillo y escuché un
jaleo de tazas que venía de la cocina ¿Qué estaba haciendo este tío? Sacudí la
cabeza y cerrando con pestillo terminé de vestirme. Una vez arreglada y
preparada salí y me dirigí a la cocina iluminada y aromatizada de aromas
deliciosos y muy provocativos. Mi desconocido estaba preparando gofres,
continuaba sin camiseta y los vaqueros peligrosamente colgando de su cadera con
el calzoncillo asomando un poco por su cintura…
Para comérselo lentamente.
Senté mi culo en un taburete que daba a la
isleta de la cocina de mármol blanco que tenía en el centro y esperé sin decir
ni una sola palabra, mi desconocido me sirvió un zumo de naranja recién
exprimido junto con una preciosa sonrisa recién compuesta para mí. Ese gesto me
hizo gracia.
El tío estaba bueno, sí, pero tenía que
reconocer que se lo tenía muy creído.
Colocó dos platos delante de mí, uno con
los gofres y otro con mermelada de fresa y chocolate derretido. Tomé un gofre y
lo llené completamente de chocolate dulce, cremoso y caliente.
El desconocido se sentó justo al otro lado
y como yo, él tampoco dijo nada. Que misterio, que mal rollo…
¿Y si fuera un asesino? ¿Un violador? Bueno
eso no estaba tan claro, que no me acordara de nada no significaba que no
hubiera disfrutado y que no me hubiera abierto a él como una jamba desesperada…
Coño, a lo mejor la violadora era yo, a lo mejor lo forcé, lo ate a la cama y…
No… ¿O sí? Pensarlo era aún peor, necesitaba saber qué demonios había sucedido,
porque a lo mejor este tío era altamente peligroso y yo estaba aquí tan
tranquilamente comiéndome estos gofres que le darían caña a mis caderas y bebiéndome
un zumo que le estaba dando caña a mi cuerpo y mejorando un poco mi resaca de
miedo.
Bien, un punto a su favor. El tío se lo
estaba currando, la comida estaba buena, él estaba bueno y a mí me estaba
poniendo guarrona. Quien sabía, después de todo podría echarle un polvo más (Si
es que anoche tuve sexo) y tirarlo de mi casa antes de que viniera visita.
Eso sonaba estupendamente.
Alcé la mirada y clave mis ojos en los
suyos, él me sonrió y me mostró su dedo. Un anillo dorado en forma de dado de
cinco puntos brillaba en su mano, después me señaló mi mano con la mirada, el
mismo anillo, cuyo objeto no me había percatado que decorara mi mano, estaba en
mi dedo, el mismo que el suyo y brillando casi tanto como el de mi desconocido…
Mierda.
¿Qué había hecho?
Piensa, una borrachera de miedo, sola en mi
casa con un desconocido medio desnudo que me ha preparado el desayuno grasoso
que tendré que quemar mañana a la fuerza quiera o no quiera, un desconocido que
está muy bueno por cierto, del cual compartes un anillo que jamás habías visto
en tu vida y que ahora parece quemar en mi dedo como una muy mala señal. Mezcla
todo eso…
Y saca tus propias conclusiones…
Noooooo.
Me había casado.
Tenía que dejar de beber definitivamente.
CONTINUARÁ……
P.D. Bebe con moderación quemando la noche
y disfrutando de todo al máximo, pero piensa que lo que hagas esa noche te puede
pesar toda la vida.
Anónima
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