BIOGRAFIA

Biografía Beatriz La Codorniz

(Apodo sacado por mi hermano, alias Carlota come cacota, a los seis años)

Fui una niña buena, obediente, ordenada, bailarina y muy imaginativa.

Fui una adolescente desobediente, discotequera, atrevida, mucho más imaginativa y enamoradiza a la vez que muy dura con los chicos.

¿A quién no le han roto el corazón alguna vez? A mí unas cuantas veces.

Creo que algunas de mis historias se han creado desde esos trozos hechos trapos. Al menos, han servido para algo.

Y ahora, que he madurado, lo he metido todo en una coctelera y he sacado un poco de todo eso, lo mejor y lo peor, por supuesto, ¿A quién le gusta la gente perfecta?

A mí no, porque si no, no tendría al chico malo de la ciudad a mi lado. ;)

Soy grosera y muy, muy sentida, así que, comentar, pero no seáis muy duras…

Es broma, podéis ser tan cabronas como mis protagonistas, yo me lo tomaré con filosofía.

En cuanto a mis historias -porque para mí son eso, historias-, nacen sin saber muy bien qué camino seguir. Creo sobre la marcha. Nuca sé cómo va a terminar, ni lo que sucederá.

Yo también me quiero sorprender. Y quiero disfrutar, como espero que lo hagan todos al leer un pedacito de mí.

P.D. Os preguntareis porque he cambiado mi biografía, pues bueno, solo decir que después de varios años sin sonreír, al fin he soltado una carcajada. Así que, me he dicho; Vuelvo a empezar. Vida nueva. Mente nueva. A la mierda la mierda de pasado y tola la mierda pasada.

Perdón, pero no os alarméis, ya os he dicho que soy una grosera.

Bueno, y ahora a disfrutar de historias que pueden conquistar vuestro corazón.

sábado, 12 de julio de 2014

CAPÍTULO 3 Y 4




Capítulo 3


    La pelea, cuando llegamos, llegaba ya a los puños. Por lo visto mi amiga Adriana era toda una matona de primera generación. Sentí incluso vértigo cuando conseguí coger al vuelo una de sus manos y llevármela a mi lado para ver un matojo –Y no miento- de pelo rubio platino. Miré esa mano con los ojos abiertos e inmediatamente sentí un tirón en el brazo.
    Logan y Ete sostenía a una Adriana totalmente trasformada; en una loba, mientras la rubia operada se arreglaba el pelo, o lo que le quedaba de él, con las manos. Después miró a mi amiga.
  -Suéltame, que me sueltes…aajjjjj. –Gritó Adriana haciendo todo lo imposible por librarse de sus carceleros.
     Las piernas de Adriana volaban por el aire y temí que todo el círculo que nos rodeaba le viera hasta las entrañas, pero Gina, una de las más centradas, se puso delante de ella y tapó la gloriosa visión a alguno que, hasta habían bajado la cabeza con intención de poder ver mejor.
    Salidos.
  -¿Se puede saber qué demonios ha pasado? –Preguntó Gina, tratando al menos en solucionar esto como las personas decentes.
     Doña estirada alzó la barbilla y tuve que admitir que, aun después de ver las pintas que Adriana le había dejado, esa mujer era ante todo elegante.
  -Tú amiga estaba ligando con mi hombre, aun después de decirle él, que no le interesaba, ella se ha lanzado.
  -¿Y tú como sabes que él me había dicho que no? –Hurgó Adriana en la herida provocando que la rubia se tiñera de rojo.
  -Porque él no se fijaría en una ramerilla de poca monta como tú.
  -Serás…
    El gran insulto que Adriana iba a soltar fue silenciado por una mano alzada de Gina, después la pelirroja se giró hacia la rubia y habló con la misma educación que una madre ante una pelea de niñas de diez años.
  -Perdona, no tienes por qué faltar el respeto…
  -Tú te callas taruga. –Cortó la rubia la educada respuesta de la pelirroja.
    Gina abrió la boca y pude escuchar cómo se le desencajaba la mandíbula. En ese momento Ete soltó el brazo de Adriana que parecía tan perpleja como el resto, y solo Logan, aunque no hacía mucho esfuerzo, la mantuvo cogida pero la dejó en el suelo. Sin embargo, todos parecíamos sufrir un espasmo de perplejidad.
  -¿Perdón? –Preguntó una estupefacta Gina.
    Yo también lo hubiese preguntado ya que me parecía increíble que esa petarda hubiese insultado a una mujer como Gina, ella que era la única que había intervenido de forma educada para poder continuar con la noche.
    Y mira por donde, le habían pegado una patada en toda la boca.
  -Ya me has escuchado. –La rubia más altiva que antes (ya que cuatro de sus amigas la rodearon, junto con dos tíos tipo armarios), apoyó la mano en su cadera y sonrió de una forma que me dieron ganas de metérsela por el culo. –Ta-ru-ga. –Repitió con más lentitud y mucha más chulería.
    El silencio nos rodeó a todos literalmente, incluso la música parecía haber dejado de sonar, y los cuerpo, que eran de mi equipo, estaban tan tensos como el mío.
    Ya había escuchado suficiente, doña perfecta necesitaba una lección de educación.
  -¡A por ella! –Grité y me lancé a por las súper Barbys siliconadas.
    Mi cuerpo, el que tenía detrás y la pelirroja de mi izquierda, se lanzaron sobre las cuatro chicas, como leonas hambrientas y más preparadas en la lucha que todas ellas ya que, el suelo las había atrapado entre gritos y lamentos mientras nuestros cuerpos las pateaban las arañaban y les proporcionaban una buena dosis de moratones.
    Si no hubiese sido porque yo era una de las que metían caña, hubiese sacado mi móvil para grabar la pelea del siglo y colgarla en You tube mañana como:
    “batalla de gatas”
    Pero mis manos estaban muy ocupadas y entretenidas como las de mis amigas, ganábamos con diferencia, e incluso hizo falta que los armarios terminaran con la pelea, llevándose a mis amigas bajo sus brazos y…
    El resto lo tenía un poco borroso, ya que un brazo de hierro que me quemó en la piel me rodeó la cintura y me sacó de esa maraña de gatas para arrastrarme él mismo, fuera del local.
 
 
 
    Cuando me di la vuelta para enfrentar a mi agresor, literalmente me quedé sin aliento, sin palabras y… se me cayeron las bragas.
    El jinete del apocalipsis.
    De cerca impactaba más, casi igual como si te abofetearan en toda la cara, te arrojaran agua caliente con una manguera y te aplastaran en una máquina para convertir un cuerpo metálico en un cubo de desechos…
 

 
 
    La leche, que bueno estaba.
  -Morena. –Arrastró la palabra con ese vozarrón ronco y me entró un nervio de esos epilépticos. –Me has decepcionado mucho.
    Y con esas palabras se dio media vuelta y avanzó de nuevo hacia la entrada del local. Boquiabierta y con el corazón tan acelerado como una locomotora, no perdí detalle de ese cuerpo ni cuando se tensó, se frenó y giró su cabeza hacia la derecha.
  -¡Gaela! –Gritó histérico Logan, pero mis ojos estaban atentos a la reacción de ese hombre y la composición perfecta de cada ángulo que Dios había creado con ese magnífico espécimen masculino. -¡Gaela! –Y el trasero… Dios bendito, era tan tentador como una tableta del mejor chocolate del mundo, que seguro que sería la envidia de los mejores modelos de calzoncillos de Calvin Klein. -¡GAELA!
    Me fue imposible dejar a un lado los gritos de Logan, ya que si continuaba boceando mi nombre a los cuatro vientos, haría salir hasta los vecinos de la otra parte del país porque, en ese momento, estaba siendo el centro de atención.
  -¡Ya voy! –Contesté con un bufido.
    Pero antes de girarme y retirar la mirada de esa espalda ancha y ese culito prieto, el gesto del individuó me llamó a mirarlo y me tropecé con unos ojos que me miraban inquisitivos con una morena ceja alzada.
  -¡GAELA!
    Esta vez el grito había sonado en mis propios tímpanos ya que Logan, harto de llamarme había decidido venir a por mí, y el gesto posesivo que tomó su mano con mi brazo, me hizo abandonar esos ojos para fijarlos en mi amigo, pero antes de que pudiera decir nada, Logan me cortó más mordaz que de costumbre:
  -¿Qué coño te pasa? ¿Es que ahora pasas de tus amigos?
    Su pregunta me molestó muchísimo, y más en la forma en que la expresó. Logan parecía rabioso y lo único que conseguía con ese comportamiento mientras me arrastraba por toda la calle delante de todo el mundo como si fuera mi hermano mayor, era subir mi rabia y que me dieran ganas de entonarme unas sevillanas en su cara.
  -No. Solo pasaría de ti. –Me quité esa mano de un violento tirón y avancé hacia delante marcando los tacones fuertemente contra el asfalto de la carretera, solo para desquitarme las ganas de estampárselos a él.
    Últimamente no solo tenía que soportar la cacería de Logan, también ese carácter, ese detalle en su voz y esas miradas. Esta noche se estaba pasando de la raya, y si la cosa no se detenía por completo, Logan y yo terminaríamos muy mal la noche.
    Pensaba que con el compromiso de Ivan tan próximo, sus planes de conquista cesarían, pero parecía mentira que no lo conociera y lo peor de todo es que, Ivan nunca le decía nada ya que, como no sentía celos, no le importaba una mierda que los tíos me echaran los trastos con descaro. Según él, yo lo hacía muy bien y había demostrado saber defenderme de esos depravados que me pedían el teléfono sin su ayuda.
    Hasta recordé una de las fiestas donde el hermano del marido de mi hermana había demostrado cierto interés en mí, y ese interés se había convertido en una persecución toda la noche; bailando demasiado pegado a mi cuerpo, tomando mi mano como si fuera suya, susurrándome al oído comentarios tontos, mandándome guiños… E Ivan, como si nada. Fui yo la que giré la cara de ese idiota con mi mano y la que salió con el mote de “espanta moscas” de esa importante celebración, a, pero, ese apodo sí que le molestó a Ivan.
    El puto mote fue lo que le jodio de todo lo ocurrido, no que un hombre me tocara el culo. Increíble.
     Sin embargo, en mi caso pasaba todo lo contrario. Cuando veía a Ivan hablando, sonriendo, bailando o tomando un brazo de otra mujer que no era yo… ardía Troya, Grecia, Roma… Y EL PLANETA ENTERO.
    Me tomé unos segundos para centrar mi respiración y borrar el rencor de mi cabeza, y continué caminando.
  -¿Estáis bien?
    Pregunté a las chicas nada más llegar al banquito que habían abordado, aunque solo Gina estaba sentada, Adriana paseaba de un lado a otro con nervio y agitando los brazos como si quisiera quitarse algo del cuerpo mientras bailaba una jota, no obstante, decidí sentarme al lado de la pelirroja aunque, extrañamente era la que mejor cara tenía, parecía hasta divertirse.
  -Sí…
  -Yo no. Necesito cargarme a alguien. –Graznó Adriana cortando a Gina. –No deberíais haberme separado…
  -Relájate Adriana. –Le pidió Gina medio en risa.
    La histérica chica se hizo la sorda y reanudó su histérico paseo, un poco más alejada de nosotras.
  -¿Y Ete? –Pregunté echándole un vistazo a Logan que se apoyaba en el respaldo del banco dándonos la espalda en sumo silencio.
  -Dentro, solucionando todo esto.
  -Lo siento. –Dije, pensando que necesitaba escucharlo, pero Gina me sonrió.
  -Tranquila, él lo arreglará todo… Por cierto. –Gina abrió su bolso y sacó mi móvil. –Ha vuelto a sonar otra vez.
    Tomé de nuevo el móvil y lo miré con tristeza. De nuevo me había vuelto a olvidar de Ivan, y sabía que esto me iba a traer problemas. Ivan no estaría muy contento con mi pasividad, pero yo no tenía la culpa de esas interrupciones…
    Pues eres una de las protagonistas…
    Cállate.
    No tenía ganas ni de discutir con mi propia conciencia como para discutir con mi prometido.
    Me armé de valor, respiré y marqué. Al segundo toque contestó.
  -Cada vez me decepcionas más.  –Rugió a su forma, con su típica educación y solo para que me sintiera mal.
    Menudo saludo… Y otro que tal.
    De pronto caí en esa frase y en que no hacía más de dos minutos otro tío bueno también me lo había dicho.
  -Ivan…
  -¿Dónde estás? –Me cortó mandándome una descarga eléctrica por todo el cuerpo. El efecto Ivan ya comenzaba hacer su trabajo.
  -En el local de Ete, en Malabella.
  -Quédate ahí, ahora voy, y… No hagas que a la próxima te ponga un rastreador.
  -¿Qué?
    No hubo contestación, tan solo el “pin” del colgado.
  -Menudo cabrón. –Alcé la vista y miré a Gina que miraba a Adriana, la protagonista del comentario, con los ojos en blanco.
    Mis ojos también se dirigieron a mi amiga, que tras mirarme su rostro se llenó de prudencia y culpabilidad.
  -Tenías el manos libre…
  -Adriana. –Le pidió Gina soltando un ruego, pidiéndole que se callara.
  -No la calles, todos pensamos lo mismo de él. –Esta vez fue Logan el que dio su opinión.
    No me lo podía creer… ¿Tenía que ser él el que comenzara la guerra?
  -Sobre todo tú, Logan, el magnífico. –Acusé porque él era el menos indicado para hablar.
    Logan abrió los ojos y le dio la vuelta al banco para colocarse delante de mí. Mis ojos no solo lo miraron, lo acribillaron. Si mi amigo quería guerra estaba dispuesta a brindarle una batalla.
  -Al menos yo no te trataría como una mierda.
  -¿De verdad te crees mejor que él? –Le pregunté levantándome del banco y enfrentándome a él.
  -Por supuesto, y te pido por favor que no me compares con ese desgraciado. –Logan se cernió contra mí con una mirada amenazante.
  -No eres comparable. –Murmuró Adriana a nuestra espalda. Pero Logan no podía retirar los ojos de los míos al igual que yo de los suyos.
  -Eres mi amigo y hoy pareces un…
  -Chicos basta. –Pidió Gina colocándose en medio de los dos y mirándonos de uno al otro con una súplica en sus ojos. –Gaela, estamos preocupados por ti. Mira cómo te pones ahora que todavía no os habéis casado, ¿Cómo será luego? ¿Qué pasará cuando os deis el; Sí quiero?
   Ahora llegaba en debate de mi relación con Ivan y eso era lo que más odiaba. Sabia de sobra la que se me avecinaba, no hacía falta que todos ellos me lo restregaran por la cara.
  -Ese es mi problema, y las cosas seguirán igual.
  -No Gaela, ese hombre te cambiará. –Susurró Adriana acariciando mi cabello. Ese gesto me relajó solo un poco.
  -No lo hará. –Murmuré porque los dedos de Adriana me hacían cosquillas.
  -Ojala fuera verdad. –Murmuró también Gina.
  -¿Y que queréis que haga? –Me dije más para mí misma hundiendo mis hombros con todo el peso del mundo sobre mi espalda.
  -¿No hay alguna manera de anular ese matrimonio? –Preguntó Adriana de pronto, dejando mi cabello y colocándose delante de mí.
  -No. Esto es algo que se le llama deber familiar, es decir… El honor de la familia. Un contrato firmado desde hace años…
  -Tiene que haber alguna forma para romper ese compromiso, y la buscaré. –Me consoló Gina cortándome y poniendo a trabajar su cabeza a toda velocidad.
  -Yo te ayudaré, puedo consultárselo a mi padre. –Participó Adriana con una amplia sonrisa. –Un juez lo sabe todo. –Y me guiñó un ojo.
    Parpadeé por la propuesta, dudaba que encontraran algo ya que una parte de mí deseaba ese matrimonio porque esperaba que las cosas entre Ivan y yo cambiaran, la otra parte era realista y dio saltitos al alegrarse de poder contar con amigas como ellas por tratar de ayudar en mantener mi vida tal y como estaba y darme una esperanza de poder disfrutar.
  -Os lo agradezco, pero os pido que no os metáis. La familia Toscana es muy persuasiva y se las sabe todas. Ellos fueron los que decidieron este compromiso. Y mi madre, que entusiasmada lo aceptó, será otro problema de los gordos.
  -Tu madre solo es un pequeño obstáculo fácil de derrumbar. –Opinó Gina.
    ¿Obstáculo? Tenía gracia, mi madre era una muralla de acero, cristal, piedra, agua y fuego… Todo mezclado y era imparable e inamovible.
    El verdadero reto era la señora Olimpia Nicola-Lee. Mi querida mami.
  -Hacer lo que os dé la gana pero…
  -Ya te avisaremos, tranquila.
    Gina y Adriana se sentaron en el banquito de nuevo para hablar entre ellas. Me pasé la mano por el pelo retirándomelo de la cara y sentí unos dedos acariciar mi brazo. Sabía que era Logan, de algún modo pidiéndome perdón, pero me dio igual, mucho tenía que hacer para que lo perdonara.
     Rechacé esa ofrenda de paz y me alejé un poco caminando hacia delante, casi de vuelta a la entrada del local. No sabía muy bien dónde dirigirme, solo necesitaba poner un espacio entre esa colmena de abejas en que se habían convertido mis amigos, y yo. Pero el bocinazo de un coche me detuvo abruptamente y mis ojos se dirigieron a la dirección de ese sonido.
    Implacablemente, un Aston Martin db9 en negro, con unas llantas que envidiaría Hello Kitty, fue aparcado a mi derecha. El coche llamaba tanto la atención como la rubia que se montó en el lado del copiloto, pero quien llamó realmente mi atención fue quien abría la puerta de esa bestia de cuatro ruedas para entrar dentro y domar su cuerpo lleno de curvas de acero inoxidable.
    Él, que captó mi mirada y la de muchos otros; las mujeres por la aura de magnetismo y salvajismo erótico que desprendía y la de los hombres, por la dominación y la envidia, y yo, por… todo.
    Resbalé con los ojos hambrientos por todo ese cuerpo, era la cuarta vez que me lo cruzaba y el impacto de sus ojos mejoraba con cada momento ya que el coche no era el único que rugía, mi yo misma interna estaba al cien por cien de adrenalina y a la vez elevándose y desmayándose como un chorro de agua contra el suelo.
    Podía verlo perfectamente, esta vez nos separaban unos diez metros y aunque la mitad de su cuerpo era tapado por esa puerta abierta donde uno de sus brazos musculados se apoyaban, su cara no. De todas formas, no leía nada en ese rostro completamente vacío, pero me llené con su belleza y con el placer que me causaba ver sus ojos mirándome, y esta vez no era una alucinación, el jinete me miraba a mí, lo malo es que no podía deducir que significaba esa mirada.
     Una intensa mirada que se rompió cuando un coche frenó delante de mis narices, casi a un metro de distancia de mi cuerpo.
     Debería de haber reconocido el sonido del Bugatti de Ivan, me lo sabía de memoria, siempre que lo esperaba en el portal de mi edificio, con tan solo escuchar ese motor, ya sabía que se acercaba y todavía no se había mostrado. Pero ahora el dueño del Aston Martin había conseguido hasta que ese detalle se me olvidara.
    Antes de ver salir a Ivan por la puerta le eché un último vistazo de soslayo al desconocido…
    Ya no estaba donde lo había dejado, pero lo encontré de nuevo y...
    No solo se había alejado de su coche, sino que se acercaba y ahora estaba a unos cinco metros de distancia de mí. Me tensé y luché por controlar mi cuerpo, mi respiración y mi corazón, pero me resultó imposible cuando me giré de nuevo hacia delante y pude ver como Ivan también se me acercaba con una mirada que podía congelar el mismísimo infierno.
 
 
    El cuerpo comenzó a temblar, no encontraba la respiración, se acercaban y algo dentro de mi parecía histérico y descontrolado.....
 
 
 
    Todo se ralentizó a mí alrededor, ellos se acercaban, cada uno tenso y con la mirada puesta en mí, pero de pronto, sucedió algo que realmente no me esperaba y que dejó mi ánimo tan por los suelos como cualquier chicle pegado que ya no se puede quitar ni haciendo palanca.
    Mi jinete se frenó delante de una rubia explosiva, la tomó de la cintura y la arrimó a su cuerpo para susurrarle algo en la oreja mientras…
    Fui arrollada por un todoterreno que me acorraló con sus brazos, me empotró contra su cuerpo duro y me hincó la mirada con una violencia que seguro me dejaría marca porque, de pronto, sentí que los ojos me escocían.
  -Esta noche no solo has traspasado el límite de mi paciencia, sino que además, has conseguido que deseé palmear tu trasero hasta dejarlo al rojo vivo…
    Miré a Ivan y podía decirse que su nariz se rozaba con la mía, pero no era en el sentido coqueteo, al contrario, era la típica amenaza de choque de cabezas, como si quisiera darme a entender que él era el más fuerte. Y sin lugar a dudas lo era, porque su tacto sobre mi cuerpo me había dejado completamente debilitada y magullada al sentir su presencia dominándome.
 
 
 
  -¿Eso es una proposición? –Pregunté por una boca que parecía adelantarse a mis pensamientos, pero…
    ¿Qué podía decir?
    Me había dado dos veces con un canto en los dientes. El primero; al pensar que el jinete venía a por mí, y lo que realmente hacía era ir a por una de sus rubias, y el segundo; en pensar que el atropello que había sufrido tan violento era llevado por el deseo de recibir un beso de Ivan, y otra vez…ERROR.
    Hoy no era mi noche.
  -No Gaela. –Contestó Ivan con una voz oscura. -Es una advertencia. Una putada más de las tuyas y te arrepentirás.
    Estaba sumamente cerca, lo tenía casi pegado a mi cara, pero no ardía el fuego en él, ardía la ira, la rabia y la tensión que pendía de un hilo por el poco control que le quedaba a esa vena en su cuello.
    Mi vestido rojo no había funcionado ni una mierda.
  -Puedes soltarme, me haces daño. –Le pedí cuando sentí que sus dedos se clavaban en mis antebrazos.
  -Solo quiero saber si te ha quedado claro.
  -Trasparente. –Repuse como un soldado a su general.
    Ivan me soltó los brazos y dio un paso hacia atrás, luego se arregló las arrugas que se habían formado en su americana al cogerme violentamente y volvió a clavar sus ojos en mí. Aunque parecía más relajado no me podía engañar, si las miradas mataran… sería imposible encontrarme bajo tierra de lo profundo que esos ojos me estaban enterrando.
  -Me gustaría recibir una explicación de porqué has tardado tanto en devolver mis llamadas.
  -¿Ahora? –Pregunté incrédula.
    Por un breve segundo pensé que esto sería rápido, pero de nuevo me equivocaba, y era normal. Ivan estaba acostumbrado a tenerlo todo bajo control y una vida totalmente organizad, y yo me había convertido en su piedra en el suelo, una piedra que le hacía tropezar una y otra vez.
  -Sí, ahora. –Ordenó tranquilamente y se cruzó de brazos esperando mi respuesta.
  -La noche se complicó. –Comencé creyéndome que sería suficiente.
  -Define claramente esa complicación.
    Me mordí los labios y pensé en que debía callarme y que debía decir, ya que ambas cosas me parecían peligrosas comentarlas. No obstante y sin poder controlarlo, mi mirada se dirigió a mi derecha, al Aston Martin.
    El jinete no solo había llegado a su coche, estaba dentro, con la ventanilla bajada y uno de sus brazos colgando. Tanto la rubia que ya había montado antes como la segunda a la que él había ido a buscar también estaban dentro, una retocándose los labios mientras se miraba en un pequeño espejo y la otra detrás de él, haciéndole un masaje con unos delicados dedos, y él… mirándome, mientras su coche, parado, rugía de vez en cuando quejándose de que su dueño no lo sacara a pasear, pero su dueño estaba más ocupado en mí. Y no lo entendía, no sabía que le llamaba tanto la atención como para no retirar su mirada y fijarla en las mujeres que lo rodeaban dentro del coche.
 
 
 
  -Gaela. –Ivan posó sus dedos en mi barbilla y me giró para que lo mirara. –Puedes empezar, por favor.
    Me lamí los labios y aguanté la tentación de volver a mirar a ese pecado ya que, tenía otro pecado igual de tormentoso delante de mí, y comencé con mi explicación antes de permitirle a Ivan hacer una escena delante de toda esa gente que había a nuestro alrededor.
  -Bueno… -Me aclaré la garganta, la tenía tan seca como si hubiese pasado todo el día en el desierto. -…perdí mi bolso de vista y cuando me di cuenta vi tus llamadas, pero entonces…
    Tragué saliva y me retiré hacia atrás, esos dedos bajo mi barbilla estaban complicando un poco mi forma de pensar.
  -Entonces ¿Qué? –Repitió Ivan dejando caer su mano a un lado de su cuerpo.
  -Adriana estaba en apuros y… Se me fue de la cabeza.
  -¿Qué se te fue de la cabeza? –Ivan frunció el ceño atónito.
  -No pude pensar mucho mientras una rubia oxigenada trataba de arrancarme la cabeza. –Le expliqué para que no pensara que estaba loca.
    Aunque esta noche se me estaba hiendo un poco la cabeza con todo lo sucedido.
  -¿Te has involucrado en una discusión? –Preguntó con los ojos como platos y de una forma tan aristocrática que se me puso la piel de gallina.
  -¿Discusión? –Pregunté con sarcasmo. -Eso parecía la matanza de Texas…
  -Vale. –Me cortó levantando una mano para que me callara. Después sacudió la cabeza con decepción, y continuó: -Verdaderamente no quiero saber nada más. Una vez nos casemos solucionaremos esos problemas impulsivos.
  -¿Perdón? –Esta vez la atónita fui yo, que abrí los ojos casi tanto como la boca.
  -¿Hay algo más que deba saber? –Preguntó él pasando totalmente de mi pregunta anterior y cambiando de tema como si nada.
    Y una mierda como tú coche de grande.
  -No, pero me gustaría que me explicaras eso de mis impulsos. –Insistí. Necesitaba una explicación.
  -En otro momento…
  -No. Ahora. –Ordené y me crucé de brazos imitando su anterior comportamiento, a la espera de que comenzara.
    Pero Ivan tan solo se pasó la mano por el pelo deshaciéndoselo y mostrándome una deliciosa escena de ese pelo cayendo y brillando por el toque que le daba las luces de las farolas. Una sombra que se apoderó de la mitad de su rostro lo mostró, por un momento vulnerable, pero solo un segundo, aun así, el suficiente tiempo para que perdiera el hilo de la conversación.
  -Ivan. ¿Nos vamos? –Una preciosa voz femenina se metió por mis oídos como una cantante de Country. Alcé la vista y miré por encima del hombro de Ivan, quien extrañamente se había tensado.
    Una joven muchacha de cabello oscuro y belleza infantil, salió del Bugatti con una preciosa sonrisa en los labios mientras dirigía sus ojos claros a la espalda del hombre que había delante de mí.
  -¿Ivan? –Repitió esa voz dulcemente y juro que vi las estrellas y sentí la sangre en mi boca cuando dirigí mi mirada al llamado.
  -Espera dentro del coche. –Rugió Ivan en una orden sin retirar los ojos de mí. La joven obedeció inmediatamente y se metió de nuevo en el coche.
    Todo a mi alrededor comenzó a dar vueltas, estaba dolida, cabreada y con ganas de salir corriendo para agarrarme a mi almohada y no salir durante un largo tiempo de casa. Sentí que mi corazón daba un salto pero no de entusiasmo, sino, como si se hubiese roto una válvula y la sangre se desparramara por dentro de mi cuerpo inservible.
  -Eso es lo que te ha fastidiado ¿Verdad? –Exploté sin darme cuenta. Deseaba que explotara él de la misma forma y llegará a estar tan perturbado como yo para poder tener una pelea de las que terminaban en un ring de boxeo.
 -¿Qué insinúas? –Preguntó alterado.
    Bien, había conseguido que esa vena por fin actuara a mi favor. Ivan no estaba tan controlado como aparentaba, y por fin, la naturaleza de Ivan se destapaba ante mí.
    Los hombres también sangran.
  -Te he torcido los planes con tu amiga…
  -Gaela…
  -No. Déjame hablar. –Le pedí con el mentón en alto. Después de ver esto, era una tontería callarme todo. -No te preocupes por la intromisión, es más, debería decirte que una de las complicaciones que he sufrido esta noche ha sido que he perdido el culo detrás de un hombre que me ha puesto como una moto…
  -Gaela…
  -No soy tan inmune a ti como pensaba, y te agradezco que la trajeras a ella hasta aquí. –Continué sin hacerle caso, sin escuchar mi nombre ardiendo en su voz, sin ver esa cara roja llena de ira y sin ver como sus ojos se oscurecían cada vez más: -Es la prueba que necesitaba para saber que tengo carta blanca para…
  -No se te ocurra. –Me cortó con una voz que podía haber fundido el metal de su propio coche, porque la ola de rabia que nacía de su cuerpo era arrolladora. –Que no me intereses como mujer no significa que vaya a permitir que te rías de mí.
  -Tranquilo, seré discreta. –Le dije con una sonrisa en los labios que provocó que su labio inferior temblara de rabia.
  -Gaela…
  -¿Me das mi anillo? –Lo corté para no continuar con esta discusión, tenía que admitir que me encantaba provocar a Ivan, pero esa provocación me iba a dejar huella, ya que pensar que él iba a disfrutar con otra mujer, en verdad me rompía el alma. -Mis amigos me esperan y tu chica se está impacientando.
    Ivan miró por encima de mi hombro, y cierto, mis amigos estaban vigilando, observando la escena como espectadores de cine, solo les faltaba las palomitas y el refresco. Luego me miró y finalmente decidió que él también quería terminar con esto porque se llevó la mano al interior de la americana y sacó una cajita negra que me tendió sin gesto alguno en la cara.
    Igual que me lo había imaginado: Él a un metro de distancia del suelo, con la rodilla hincada en el suelo y la cajita abierta mientras que con una sonrisa me lo pedía…
    La imaginación hacia maravillas y la ironía también.
    La abrí y… Que joya. La belleza en esa pieza era algo increíble, pero de pronto, me mareé y no quise ponérmela. Cerré la caja.
  -¿No te la pones? –Me preguntó con la ceja alzada y una voz completamente calmada. Alcé la vista para mirarlo y sí, se había relajado y la tensión había desaparecido… ¿Cómo era posible ese cambio de humor tan radical?
  -Cuando llegue a casa. –Le dije apretando fuertemente el terciopelo que vestía esa caja, contra la palma de mi mano.
  -¿Te ha gustado…?
  -Ivan. –Lo corté bruscamente porque la sonrisa en esa boca de superioridad me comió por dentro. -Que tengas un buen viaje… y tranquilo, no te apresures en llegar, me voy a mantener muy ocupada estos días para no pensar en ti.
    Me di la vuelta y me largué con la cabeza bien alta y una preciosa sonrisa en mis labios. Pero todavía no había terminado, había otro al que deseaba darle un escarmiento.
    El Aston Martin continuaba ahí, y él dentro mirándome, lo sabía aunque no le dirigí ni una sola mirada, no obstante, notaba la suya detrás de mí, sentía esa intensidad clavada en mi cuerpo, en mi piel y en mi trasero, así que, aproveché el segundo round, tanto para él como para Ivan, que también continuaba mirándome.
    Pasé por delante de ese coche negro con un contoneo de lo más sexy, tanto que, hasta recibí algún que otro piropo de un grupo de chicos que pasó por mi lado, e incluso me atreví a sonreír a uno de ellos que pasó por mi lado tan pegado que, nuestros cuerpos se rozaron y participaron en un medio baile donde, yo terminé dándome una media vuelta siguiendo su torso para después terminar la vuelta entera sola, tipo bailarina, y finalmente darle la espalda para continuar caminando, sabiendo que otros ojos diferentes también me miraban…
    Inmediatamente no solo un coche salió quemando ruedas, en este caso fueron dos, dos bestias que desprendieron el fuego que sus amos le indicaron al salir escopetados del lugar, y cuando me giré satisfecha, observé que los dos coches que quemaban ruedas eran de los dos hombres que me habían perturbado…
    Vale, esto no era una conquista del todo, pero yo había tenido la última palabra y había ganado.
    Me frené y me crucé de brazos, mis amigos llegaron hasta mí. Gina me levantó la mano para que se la chocara.
  -Ole, ole y ole. –Dijo. –Ivan se ha quedado pasmado, furioso y lo ha visto todo sin perderse ningún detalle mientras el cuerpo le daba latigazos. –Me describió Gina entre carcajadas.
    Quise alégrame, me había salido genial, le había dado una buena lección, pero entonces… ¿Por qué demonios tenía los nervios destrozados y quería tirarme al suelo y gritar hasta quedarme afónica?
  -Sí ha sido genial, pero, hay algo que no entiendo. –Prosiguió Gina mientras arrugaba la frente. -¿Qué ha pasado con ese tío del Aston Martin?
  -Oh, eso te lo puedo explicar yo. –Se ofreció Gina confundiéndome. –Quería llamar mi atención. Ya le dije a la rubia que su chico no me había dicho que no.
    Mi mente recordó cada detalle, cada imagen y cada sensación que ese hombre me había proporcionado y de pronto lo vi todo de otra manera.
    ¿Él nunca me había mirado a mí? ¿Él había mirado a mi amiga?
    Había sufrido alucinaciones de las buenas que me habían dejado un mal gusto en la boca, un odioso sabor agrio que ni la pasta dentífrica de menta podía quemar.
  -¿Ese es el tío por el que te has peleado? –Preguntó Gina y de pronto mi amargura aumentó.
  -Claro. –Aclaró con una sonrisa de oreja a oreja. -Dios ¿Has visto cómo está? Es el padre de mis hijos. –Juntó las manos mientras soltaba un suspiro y pestañeó como si fuera un querubín regordete soñando con un futuro lleno de arcoíris.
    Gina aplaudió el tema del gesto de Adriana con un comentario jocoso, pero no pude escuchar bien porque Logan eligió ese momento para abordarme cogiéndome de la cintura y retirándome del lado de las chicas.
  -Hoy me has dejado muy sorprendido. Estoy orgulloso de ti.
     Necesitando un apoyo moral me lancé a sus brazos, tal vez fue un error, pero en ese momento necesitaba que alguien me diera un abrazo. Logan no dijo nada aunque al principio se tensara, luego me abrazó para ofrecerme ese consuelo que necesitaba.
  -¿Esto significa que me perdonas? –Lo miré retirándome de su pecho y le dije que si con la cabeza, Logan agradecido me dio otro abrazo más fuerte. –Creo que eso me sirve.
  -Bueno. –Gina interrumpió la reconciliación con un carraspeo. -Se terminó la noche para nosotros.
    Ete rodeó los hombros de su chica y le dio un beso en la frente, después me miró.
  -Gaela, mañana cuando te despiertes llámame. Quiero hablar contigo. –Me dijo y aunque me pareció extraño no le di importancia porque a los cinco minutos nos despedimos y nos dirigimos al coche de Logan.
  -¿Y nosotros que hacemos? ¿Nos vamos a casa?
  -No. –Le dije a Adriana. Si me iba a casa ahora explotaría en un llanto que no podía permitirme. -Necesito olvidar esta noche, y si no te atreves a darme un golpe con una botella, cómprame una que me la beberé y yo misma me daré el golpe contra el suelo cuando la terminé.
  -Bien chicas, pues conozco un local que nos darán de beber hasta hacernos reventar.
   Y eso esperaba porque más que necesitarlo, era una supervivencia al igual que respirar.
    Hoy había ganado a la vez que había perdido mucho más.

 
 
 

 



Capítulo 4

 

 
    Una leve caricia subiendo por mi muslo fue tan deliciosa recibirla como una respiración acariciando mi oreja. Me estremecí y solté un suspiro mientras dejaba que esos dedos continuaran su camino, que esas caricias me relajaran, me adormilaran y me espabilaran, ese masaje que ahora se centraba en una de mis nalgas con la palma entera de una mano grande.
  -¿Te gusta?
    Abrí los ojos abruptamente no solo al escuchar esa voz ronca, sino al sentir como, algo duro se restregaba contra la nalga donde antes había estado una mano. Me levanté de la cama de un salto y caí al suelo como si me hubiesen dado un martillazo en toda la cabeza. Escuché una carcajada y una cabeza con el pelo rizado completamente desecho y alborotado se asomó por la orilla.



  -Eso es un despertar con alegría. –Se burló Logan soltando otra carcajada.
    La respiración se me aceleró e inmediatamente miré hacia abajo. Solté un suspiro o un gemido, con el dolor que tenia de cabeza ya no sabía que era lo que salía de mi boca, pero al menos, estaba vestida, con ropa interior, pero vestida y eso era lo más importante…
    Mierda, esta ropa interior no era la misma con la que me había vestido la noche anterior.
    Recapacité mentalmente para sacar algo de provecho de mis recuerdos y me encontré con enormes lagunas vacías desde que Gina se había largado. Me esforcé un poco más pero la habitación comenzó a darme vueltas y a temblarme, me parece, no sabía realmente decir si estábamos sufriendo un terremoto o la resaca me estada dando un viaje de los buenos.
    Cerré los ojos pero la cosa empeoró mucho. Los abrí de nuevo y traté de mirar a mí alrededor para saber dónde estábamos… En mi piso.
    Gracias a Dios.
  -¿Y Gaela? –La voz adormilada de Adriana llenó mis sentidos de esperanzas.
  -En el suelo. –Le contestó Logan.
    Otra cabeza se asomó y esta con una sonrisa en los labios.



  -¿Qué haces ahí? –Preguntó Adriana con los ojos negros por culpa de no quitarse el maquillaje la noche anterior. Si ella tenía esa pinta, de señor Potato, solo había que imaginar que pintas tenía yo.
    Aunque la opción de mirarme en un espejo, quedaba, por todo el día, fuera de mis tareas de hoy, y de mis ganas.
  -¿Qué pasó anoche? –Pregunté con la voz tan pastosa que parecía que en vez de lengua, tuviese una lija.
  -¿No te acuerdas? –Negué con la cabeza. -¿De verdad que no? –Preguntó Gina de nuevo con un mohín apenado en sus labios. –Con lo magnífico que fue…
  -¿Qué hemos hecho? –Lo grité, boceé como un gato herido en un callejón oscuro.
  -¿Tú que crees Gaela? –Insinuó Adriana de una forma que no me gustó mientras me miraba de otra forma que me gustó mucho menos.
  -Nada… -Me quedé sin voz. Todo esto, ellos y sus comentarios o sus gestos me daban muy mala espina, tan mala que sentí esa pínchate espina clavarse en mi pecho.
  -Nena, ¿De verdad no recuerdas nada? –Preguntó Logan asomándose de nuevo y colocándose al lado de Adriana.
  -Que lamentable noticia con lo bien que nos lo pasamos anoche, en especial yo. –Se lamentó Adriana con una voz de desilusión total.
    Y la espina había atravesado el tórax y se abría camino entre mis pulmones.
  -Si es lamentable. –Coincidió Logan con una voz similar. –Y yo que pensaba que lo repetiríamos hoy también.
    Me quedé sin aire cuando sentí que esa espina atravesó sin problemas un pulmón, lentamente y dejándome avergonzada, aterrada y estupefacta.
  -¿Paso…? –No podía ni decirlo.
    No me podía creer que hubiese perdido la virginidad con mis mejores amigos y encima con Logan, después de enviarlo tantas veces a la mierda, al fin lo había conseguido, y no solo eso, se había hecho con un trío…
    Madre mía, ya no estaba tan segura de saber qué había sucedido.
  -Por favor Gaela, lo atrevida que eres para unas cosas y lo reacia que eres para otras. –Se quejó Adriana bufando.
    No era una estrecha, conocía el placer y sabía más cosas del sexo que cualquier información de internet podía darte, y desde luego, estaba ansiosa de disfrutar de ese ejercicio. El problema era no recordar algo que para mí era importante, no es que esperara que mi primera vez fuese de ensueño, con un príncipe azul dándome besos, diciéndome que me quería o abrazándome, con el paso de los años esas cosas pierden interés y la idea de que los príncipes azules existen se extinguía penosamente. Lo único que quieres es quitarte de encima ese problema.
    Yo ya lo había hecho, por lo visto. Lo único, es que al menos, me hubiese gustado recordar la noche que se comían mi manzana y, por no decir, también estar al cien por cien para poder disfrutarlo.
    Joder, quería estar presente y no perdida por el alcohol en una noche loca.
    Tendrás que dejar de beber Gaela.
    Pues sí, un poco no estaría mal.
  -No me esperaba esa reacción de parte de ti, amiga. –Me recriminó Adriana.
  -Joder ¿Qué quieres que te diga? –Me quejé, no solo me sentía como si un tráiler me hubiese pasado por encima un par de veces, mi amiga repasaba mi cuerpo aplastado y descuartizado con sus palabras, y ver su rostro, aun me hacía sentir peor. -Me despierto en una cama con vosotros dos… -De pronto la cabeza comenzó a darme vueltas a gran velocidad y me quedé sin respiración ya que mis pensamientos me invadieron de ideas malas malísimas. -Por qué… ¿Hay alguien más encima de la cama? –Pregunté angustiosa.
  -No tranquila, estamos nosotros tres solos. –Respondió Logan tratando de aguantar una risa. –Continua Gaela, por favor.
    Rebobiné mentalmente para saber dónde me había quedado y continué:
  -Pues que, al menos me gustaría recordar que tal fue, si lo hice bien, si dolió si… Dios, necesito una pistola.
    Camuflé mi cara bajo mis manos y me restregué el rostro tapando mi vergüenza y el sentimiento ajeno que sentía, como un extraño vértigo.
  -Gaela. –Me llamó mi amiga con cariño, me quité el peso muerto de mis manos de encima y la miré.-Fue de diez, estuviste genial y… -Adriana se giró hacia mi amigo, quien había desaparecido de mi campo de visión. -¿Bueno tu qué opinas Logan?
  -Impresionante Gaela, muy impresionanteeeeee…
    De pronto estallaron los dos en una carcajada, una que me dio a entender que aquí pasaba algo ya que Adriana no tardó en caerse de la cama también por estar partiéndose de risa a mi costa.
  -¿Qué demonios os hace tanta gracia? –Pregunté, pero no recibí respuesta, tan solo las risas que ambos compartían y que no llegaba a entender. –Eh, basta.
  -Bajemos al salón y te daré algo para que te recuperes de la noche.
    Logan saltó de la cama y me cogió en brazos, después bajó las escaleras y me llevó al comedor para terminar sentándome en el sofá con mucho cariño. No me quejé ni una sola vez porque no me sentía con muchas ganas de menearme, y reptar de un lado a otro como una serpiente agonizando, no me parecía muy buena idea. Adriana salió a los segundos detrás de nosotros, riéndose todavía y se tiró a mi lado.
  -¿Y bien? Me contáis el chiste y nos reímos los tres.
  -Díselo. –Le dijo Logan a Adriana con las cejas alzadas, después nos dio la espalda y se metió en la cocina.
    Me giré cara Adriana y la miré.
  -Pues que anoche… Perdiste el bolso, y Logan, con esas manos abrió la puerta de tu casa.
    Eso no era algo nuevo. Logan nunca llamaba para entrar en mi casa, tan solo hacía magia como un buen ladrón de guante blanco, abría la puerta de casa y entraba como si fuera el dueño de ella.
    Algo que me recordó que tenía que cambiar la puerta por una blindada.
  -¿Y? –Insistí ansiosa.
  -Y te caíste en el ascensor… -Adriana paró por que otra arrolladora carcajada la silenció.
  -No llegaste al suelo. Te cogí al vuelo. –Me indicó Logan, que apareció de nuevo con dos vasos en la mano, uno con un líquido blanco y el otro con un líquido naranja. –Continua Adriana.
  -Pero si no hay más que contar, el resto ya lo sabe. –Argumentó ella riéndose por lo bajo.
  -No, no losé. –Me quejé aceptando los vasos que me daba Logan.
  -Tómate primero el blanco, después date un respiro y bébete el zumo de un trago. Te aliviará. –Me aconsejó Logan, después le dedicó una mirada de advertencia a mi amiga.
  -Vale, ¿Pero qué pasó anoche? –Insistí.
  -Dirás esta madrugada. –Me corrigió Adriana desesperándome porque la tía no decía nada y estaba sacándome de quicio.
  -Adriana, por favor, no seas cría. –Logan la criticó con severidad y eso bastó para cortar las risas de mi amiga.
  -Gaela, te estábamos tomando el pelo. –Declaró finalmente Adriana. -Anoche no sucedió nada…
  -Por desgracia. –Se lamentó Logan, igualmente Adriana continuó hablando.
  -En el momento que Logan te tomó en brazos en el ascensor caíste como; La bella durmiente, y como nos sabia mal dejarte sola, pues nos quedamos…
  -¿Los tres en la misma cama? –Pregunté de nuevo confundida.
  -Sí.
  -Así que, tengo un enorme sofá, una habitación de invitados y decidisteis que lo mejor era; dormir los tres juntos. –Lo afirmé, no lo pregunté y los dos contestaron con un:
  -Sí. –Al unísono.
  -Sois unos cabrones. Porque no tengo fuerzas ni para parpadear, que sino, de una patada os echaría de mi casa. –Dije rabiosa pero de pronto me sentí muy aliviada, hasta que me di cuenta de una cosa que había mencionado Adriana. -¿Cómo que perdí mi bolso?
    La historia era corta en mi cabeza. Recordaba todo lo sucedido antes de que Logan nos llevara en coche a una fiesta que organizaba un amigo suyo en una enorme casa de la playa, pero sin embargo, el detalle de mi bolso… Exactamente, no sabía que había sido de él, ni donde me lo dejé, ni cuando…
    La última vez que lo vi fue en el local de Ete.
  -Yo creo que fue por culpa de la pelea en el local de Ete. Pero no te preocupes, ahora lo llamaré y le diré si lo han visto. –Se ofreció Logan quien se había convertido en esta mañana en mi salvador personal.
  -Gracias. –Le dije a Logan con una sonrisa, o al menos con algo parecido. Mis labios compartían el mismo dolor punzante que mi cabeza.
  -Ahora bébete esto. –Me ordenó con una sonrisa.
    Miré a uno y después al otro extrañándome de porque yo estaba tan hecha mierda y ellos tan enteros.
  -Metabolismo, nena. –Me dijo Logan que me leyó el pensamiento.
  -Lo mío es el hábito. Mi cuerpo ya se ha acostumbrado a las resacas como a la aspirina. –Aclaró Gina y por un momento no solo me lo creí, sabía que eso era verdad. La colega tenía un aguante envidiable.
    Me bebí la primera inyección asquerosa que me provocó arcadas del horrible olor y sabor, pero como dijo Logan, después del zumo, comencé a sentir una mejora increíble, así que, dejando que cada uno se diera una ducha en mis únicos dos baños, me dirigí a la cocina para prepararme algo de comer.
    Saqué unos panecillos y jamón de la nevera, después me preparé un refresco con mucho hielo para coger energías y finalmente me senté en la mesa, pero el timbre de casa sonó, regalándome un horrible pinchazo en la cabeza y un rugido en mí estómago, ya que tuve que dejar mi bocadillo para después.
    Solo rezaba que no fuese mi madre, seguramente el portero del edificio al verme como llegaría esta mañana le habría ido con el cuento a mi madre y esta, preocupada se había vuelto loca por ser la primera en sermonearme.
    Tenía veintidós años y mi madre todavía se comportaba conmigo como si tuviese dieciséis.
    Era tan maravilloso como desear tirarse por un barranco con una moto llena de gasolina y mechas por si acaso fallaba la primera chispa que iniciara el fuego.
    Contraje el cuello rodando la cabeza, tomé una gran bocanada de aire y abrí la puerta de mi ático con la mejor sonrisa que podía poner en ese momento, pero lo que había al otro lado no se parecía en nada a mi madre, es más, no me resultaba nada familiar y juraría que nunca en mi vida lo había visto.
    Era un hombre de unos cuarenta años, vestido con un traje oscuro, alto, atractivo para su edad, con ojos oscuros y un gesto en su cara de desaprobación total cuando vio mi aspecto. Me encogí de hombros, para lo que a él podía parecerle unas bragas y una camiseta interior, para mí era mi pijama que se trataba de un pantaloncito muy corto con un top estrecho.
    Con lo cual, y junto que no lo conocía de nada, me dio exactamente igual, y si mi madre lo había enviado por algo, que más me daba un escándalo más sobre, como recibo a mis visitas, el sermón estaba asegurado.
  -¿Puedo ayudarlo? –Le pregunté con una voz mejorada.
    Por lo visto la mezcla curativa de Logan funcionaba a las mil maravillas.
  -Buscaba a la señorita Gaela Nicola-Lee. –La educación de ese hombre era soberbia y su voz llegaba a intimidar tanto como su aspecto y me mantuve callada por unos segundos.
  -Le puede decir a la señorita que por favor…
  -Soy yo. –Corté al caballero e inmediatamente me arrepentí ya que recibí otra mirada de desaprobación.
  -Esto es para usted. –Me dio mi bolso y me quedé muerta. Sin palabras. El hombre carraspeó y lo miré de nuevo. –Mi señor lo recogió donde se lo dejó y ha estado guardándolo todo este tiempo.
  -¿Ete? –Pregunté pensándome que sería mi amigo, pero mi error me dio en toda la cara.
    Después de pensarlo bien, era imposible, si el novio de Gina hubiese tenido mi bolso desde el principio, él mismo, antes de largarse con Gina me lo hubiese dado.
  -¿Perdón? –Preguntó sin rastro alguno de sentimiento en se cara, llegué a preguntarme si esa falta de gestos era por alguna que otra inyección al Botox.
  -Nada, nada, perdone. –Me mordí los labios y continué: -Gracias… Eh… ¿Cómo podía agradecérselo a tu señor?
    A tu señor”, como sonaba eso.
    Me encontraba realmente impresionada, no conocía a este hombre y no tenía ni idea de quién podía ser ese samaritano que había guardado mi bolso.
    El hombre sonrió y se puso a rebuscar en los bolsillos internos de su chaqueta, después de hurgar unos segundos sacó un sobre en blanco y me lo tendió.
  -Mi señor quiere que le comuniqué que aceptando esto, él se sentirá muy agradecido.
    Tras coger ese fino sobre el hombre misterioso se despidió con una pequeña reverencia y se dio media vuelta para marcharse. Cerré la puerta y me llevé a la cocina ese sobre conmigo. Lo dejé encima de la encimera mientras lo miraba atentamente. No era dinero, no pesaba y era muy fino, sin embargo, sí que contenía un papel.
    Tras dudarlo unos minutos al fin me animé y rompí una esquina del sobre, luego saqué lo que resultó ser un papel doblado que se describía como, una carta por la escritura que me encontré al desdoblarlo.

 

  
    Volví a leer la carta dos, tres e incluso cuatro veces porque no me podía creer nada de lo que ponía. Tal samaritano, con una caligrafía impresionante, había comenzado con una educación sorprendente, hasta me intimidó la persistente caballerosidad que existía al formar una frase, su reconocimiento había sido supremo hasta el final. Donde tanto la tipografía, como la escritura, estaban más marcadas, como si me hubiese enfocado en letras llamativas una especie de orden mezclado entre una advertencia y una señal de comportamiento soberbio.
    No era una experta en leer las personalidades de las personas a través del arco de sus letras, pero este estaba entre el misterio y el peligro, y algo me decía que era una carta trampa de Ivan.
    Arrugué ese papel y lo tiré a la basura, no sabía si Ivan me estaba poniendo a prueba con esta tontería, según él, estaba de viaje, así que, si me decidía y asistía, otra persona diferente estaría esperándome para luego informar a su jefe, igualmente, también podía pensar que fuera él mismo a esa cena, pero tendría que haber actuado en contra de su personalidad ya que, no solo era retrasar un vuelo, era retrasar toda su organizada agenda, ese intocable libro que controlaba todas las horas de su día.
    A lo que todo eso me llevaba a: que todo esto se trataba de una trampa, la cuestión que me hacía era:
    ¿Voy a mi propia trampa y fastidio a Ivan con algo más? Oooo ¿Me quedo en casa como una chica obediente y le doy una felicidad a mi querido prometido?
    -Vaya, estoy entre la espada y la pared…
    Solté una carcajada por la ironía que había en mi voz. Antes de hacerme yo misma la segunda pregunta ya tenía la contestación para ambas y era un a la primera y un no a la segunda.
    Cogí de nuevo mi delicioso bocadillo para darle el primer bocado cuando una segunda duda me asaltó:
    ¿Cómo demonios se había hecho Ivan con mi bolso?
    Eso dejó el pan de nuevo encima del plato que había en la encimera. Eso no tenía muchas respuestas, pero Ivan era un hombre de recursos, unos recursos tan favorables que, a veces me dejaba alucinando cuando conseguía hacerle un favor, imposible de cumplir a algún componente de mi familia, es más, así se había ganado a toda la familia Nicola-Lee, solucionando problemas y consiguiendo regalos imposibles de encontrar, con lo cual, seguramente y con su don de gentes, había conseguido menear algunos hilos a través de cualquier cosa a su favor para conseguir mi bolso…
    Me estaba montando una película de gangsters impresionante yo sola, y en ese momento, iniciar una investigación era lo que menos necesitaba para darle a mi cabeza resacosa un motivo más de dolor.
    Mi vida era toda una paradoja y suficientemente complicada para mí como para intentar investigar las otras, total, esta noche me enteraría.
  -Estoy famélico.
    Logan hizo su aparición por la cocina totalmente trasformado y más despierto que antes. Su cabello continuaba húmedo y esos rizos se esparcían por toda su cabeza como pequeños caracoles.
  -Come lo que quieras. –Ofrecí comenzando a comer yo misma de mi elaborado pan con jamón.
    Buenísimo.
  -No, me aguantaré, tengo que ir a por mi sobrino y llegó un poco tarde.
  -¿Te vas?
  -Sí. ¿Adriana aún no ha terminado? –Le negué con la cabeza. –Me ha dicho que la lleve a casa. Y como no sé de prisa me parece que se ira caminando.
  -Vete si quieres, puedo llevarla yo. –Me ofrecí.
    Conocía muy bien a Logan desde los dieciséis años, y cuando sus dedos rascaban varias veces su barbilla, eso significaba que se estaba poniendo nervioso y ya iba por el segundo siete practicando ese movimiento.
  -No déjalo, tú…Estas hecha un asco.
    Tras su precioso halago le dirigí una mirada entre la sorpresa y la indignación.
  -Gracias, yo también te aprecio mucho. –Le dije con una sonrisa falsa mientras le daba un bocado a mi soso y simple sándwich.
    Logan apoyó los codos encima de la encimera central que tenía en la cocina, donde me había sentado para comer y me miró con las cejas alzadas.
  -Gaela, solo digo que deberías ducharte, descansar y relajarte un poco antes de salir de casa. ¿Por qué todo tienes que interpretarlo tan mal?
    Dejé mi bocadillo en el plato y apoyé mis codos encima del mármol imitando su postura.
  -Bueno, que te diga una mujer con la que has dormido que das pena y encima debas sentirte agradecido de que ella te informé de lo que tiene delante de sus morros, que el hombre sexy con el que se fue a dormir la noche de antes, ahora resulta que da asco.
    En los labios de Logan se dibujó una sonrisa de lado.
  -Es imposible que yo te diga a ti algo malo sobre tu aspecto, porque cada vez que te miro se me cae la baba. En cuanto a lo de despertar… Bueno, he tenido un magnífico despertar esta mañana a tu lado…
  -¿También me vas a decir eso a mí?
    Y por fin, Adriana se dejó caer, con una sonrisa en los labios, una cara llena de luz y vida, y vestida completamente con mi ropa. Mi amiga me giñó un ojo, me robó la mitad de mi bocadillo, y después le culeó la cadera a Logan.
  -La verdad es que, reconozco que nunca me he despertado con dos mujeres con las que no practicara sexo la noche anterior, y… eso me da mal rollo. –Lo último lo dijo con una entonación diferente, achacando una pequeña preocupación para interpretar sus palabras.
  -Pues no te acostumbres. –Le dijo Adriana que lo miró con esos ojos de cordero degollado.
  -Con una vez tengo suficiente. –La cara de Logan se aproximó a la de Adriana con una mirada oscura, mi amiga sacó pecho y lo enfrentó.
  -Eso se puede solucionar. –Insinuó mi amiga con voz seductora.
  -¿Y cómo? -Insinuó él.
  -Tengo mucha imaginación. –Le respondió ella lamiéndose el labio…
    Oh, por favor que estoy delante.
    Pensé que se habían olvidado de mí, el coqueteo con el que jugaban era realmente provocativo, pero entre ellos eso era lo máximo que había, un juego de palabras y punto, por desgracia para Adriana.
    Sus cuerpos se acercaron un poco más, más de lo que podía soportar. Me encantaba que se llevaran tan bien, pero no a un metro de mí, y tampoco provocando que mi bocadillo quisiera salir por donde había entrado.
    Carraspeé para llamar sus atenciones y que dejaran sus depravaciones fuera de mi vista.
    Los dos me miraron, bueno, Logan me miró y sonrió, Adriana continuaba comiéndoselo con los ojos…
    Para no perder la costumbre.
    …pero al menos habían dejado a un lado ese juego que se traían.
  -Vámonos, anda, que ya me has retrasado demasiado. –Logan le dio un golpe suave en el brazo y salió de la cocina cogiendo una bolsa de deporte que había en el suelo.
  -Se ha asustado. –Susurró Adriana con una sonrisa en los labios.
  -Eso será. -Le dije a Adriana mirando la espalda de Logan. Adriana se encogió de hombros y me dedicó una sonrisa.
  -Algún día se arrepentirá, hasta entonces… Tengo a otro al acecho. –Me guiñó un ojo y se colgó el bolso en el hombro. –Mañana te traeré la ropa lavada y planchada.
  -Tranquila, no te preocupes.
  -¡Adriana! –Gritó Logan desde la entrada.
  -Te das cuenta, al final, no puede vivir sin mí. –Se vanaglorió Adriana con un baile de pestañas.
  -No creo que sea eso…
  -No me lo estropees. –Me cortó con un mohín que yo compensé con un perdón silencioso y ella agradecida me mandó un beso y se dio la vuelta para marcharse. -Descansa, luego te llamo.
    Después, tras dedicarle una sonrisa a Adriana, Logan, terminó viniendo él mismo a por ella y la tomó del brazo. Con una despedida a base de gritos, salieron de casa a toda velocidad.
    Me terminé el penoso bocadillo que me quedaba y con el estómago medio lleno me fui directa al baño para darme una larga ducha caliente de una hora como máximo, hasta que mi piel no fuera una pasa, no tenía pensamientos de salir.
    La alegría se me esfumó, cuando, más relajada tras mi pequeño baño, el teléfono fijo comenzó a sonar estrepitosamente por toda la casa.
    Mal asunto.
    Había muy pocas personas que sabían ese número y eso significaba que la llamada que me esperaba no iba a ser de las mejores, acaso que Gina, una mujer preocupada, hubiese madrugado, y por desgracia, eso lo dudaba.
    Mientas buscaba el teléfono inalámbrico solo recé mentalmente para que no fuera mi madre, no podía soportar en ese momento una metralleta histérica recordándome lo inmadura que era y lo a la deriva que iba mi vida.
    Encontré el teléfono y leí en la pantalla el número y…
  -Mierda. –Este era a un peor.
  -Ivan. –Contesté arrastrando su nombre con pesar, como si sufriera un terrible dolor de muelas.
  -Se puede hablar contigo o ¿Vale la pena que llame más tarde?
  -¿Puedo elegir?
    Hubo unos segundos de silencio, un silencio donde pude escuchar a través del altavoz, como Ivan exhalaba varias veces e incluso, ese sonido se alejó un momento como si él hubiese alejado el aparato de su oreja.
  -Gaela, no sé qué te sucede últimamente, pero comienzo a preocuparme. –Dijo al fin cortando el silencio con un comentario que no me esperaba y que en cierto modo, me hizo flaquera y bajar la guardia.
  -No te preocupes por mí. -Mi voz había cambiado al leve matiz de agradecimiento.
  -Tienes que madurar. –Eso fue como un guantazo en toda la cara. -Necesito confiar en ti, saber que puedo viajar tranquilo porque sé que, tendré la seguridad de que no cometerás una estupidez…
  -¿Cómo liarme con otros tíos? –Grazné cortando su estúpida perorata.
  -Por ejemplo. –Contestó tan tranquilamente que me dieron ganas de colgarle.
  -No me acuses de inmadura porque en ese caso tú también lo eres, yo solo imito a mi prometido…
  -Gaela, esto no es una democracia donde cada uno puede decidir lo quiera.
    Será desgraciado. Mierda, Él hacia todo lo contrario y…
  -Pues tú lo haces, no solo sobre ti mismo y también lo haces conmigo.
  -No es así. Yo... lo único que te pido es que te comportes como una mujer decente esperándome en casa, no como una furcia con las piernas abiertas en camas ajenas.
    Exploté como una bomba radiactiva.
  -Y yo quiero a un hombre que solo quiera abrirme a mí de piernas, que solo quiera compartir la cama conmigo, que duerma cada noche a mi lado, que me dé un beso nada más me vea, ¡que me ame!
    Otro silencio, pero este fue peor que el anterior, un silencio que me dejó sin aliento tras mi último grito. La había cagado, fastidiado hasta lo máximo y más hondo. Mis sentimientos se habían expresado en voz alta sin mi consentimiento.
    No, no, no, nooooo…
    Tenía ganas de llorar, estamparme contra una pared o estampar el teléfono, gritar rabiosa mil y unas barbaridades, todo el diccionario de tacos que conociera, volver a llenar la bañera y sumergirme en ella hasta ahogarme, perder el conocimiento y olvidar todo esto. Quería hacer mil cosas, pero no salió nada de mí, ni la respiración.
  -Gaela, lo siento, no puedo darte nada de eso que quieres, no puedo mentirme a mí mismo y a ti.
    Me tragué la bola de pelo que tenía en la garganta y apreté el aparato con fuerza. Su voz había sonado consoladora y el hecho de que tratara de animarme, me molestaba mucho más a que me gritara o me rechazara.
  -Pues rompe el contrato…
  -No, el matrimonio seguirá adelante, nunca fallo a mi palabra.
    Pasé mis dedos por la mejilla para rascármela y me di cuenta que la molestia que sentía era una lágrima. Ya estaba llorando. Me aclaré la garganta y continué rezando para que él no se diera cuenta de mi estado.
  -Podemos inventar algo, decirles cualquier cosa a nuestras familias para que no te juzguen y…
  -He dicho que no. –Esta vez lo había gritado y ese gritó disipó parte de mi pena y reanudó mi ira de nuevo.
  -Entonces no esperes nada de mí. –Sentencié con voz firme.
  -Pues entonces haz todo lo posible para que no me entere Gaela, porque si llegara a enterarme algún día de ese desliz, y te aviso con antelación, me las pagareis, tú y él. Te doy mi palabra de italiano.
    Tranquilo Ivan. No te enteraras.
    Pensé, pero no pude evitar estremecerme por dentro, de todas formas no dije nada y mi silencio le valió como aceptación a esa amenaza.
  -Una cosa más… ¿Te has puesto el anillo?
  -¿Qué? –Un segundo pasado y pensaba que me hablaba en otro idioma.
  -El anillo de compromiso que te di anoche. ¿Lo llevas puesto?
    Me miré la mano alzándola en el aire y, ahí estaba, lo llevaba en uno de los dedos, esa preciosa joya que Ivan me regaló la noche anterior, ya estaba puesta en mi mano y no recordaba en que momento tomé la decisión de marcarme como casa fuera del mercado.
    Sí, exacto, ya estaba comprada.
  -Sí. –Contesté.
  -De acuerdo. Gracias Gaela. Mañana te llamaré.
    Ivan colgó y yo me derrumbé en el sofá. Me clavaba en la espalda un álbum de fotos que había mal tirado entre los cojines, pero no me apetecía nada menearme para retirarlo, al menos el dolor me hacía sentir viva, y la molestia no era tan punzante como el dolor que se centró en mi cabeza y en mi pecho.



    Mierda de vida.

2 comentarios:

  1. Comentar si os esta gustando esta hihistoria!!!!!!
    :-)

    ResponderEliminar
  2. Me encantaaaa!!! Q días subes capítulos? Y otra cosilla....q pasa con no te encadenes? Por que de esa estoy deseando saber mas!!! Mis felicitaciones, me encanto

    ResponderEliminar