PEGADO DE SABOR A
MELOCOTÓN
Capítulo
47
ANDREAS
– ¿La amenazaste?
El espanto de mi hermana era prueba
suficiente de mi locura tipo cagada.
–Es hija mía.
Abrió los ojos como platos y su boca se
abrió soltando un bufido. ¿Qué le sorprendía tanto?
– ¿Y es excusa suficiente para hacer lo que
has hecho? –acusó.
–Fue lo mejor que se me ocurrió. Tengo
derechos y Estela no aceptaba esos derechos.
Dana negó con la cabeza y me dio la espalda
para mirar a través de una pequeña abertura a su cuñado.
La puerta de la habitación de Dalif estaba
medio abierta, y pude ver desde fuera como la mujer del hermano de Dante,
continuaba sentada en la misma cama que su marido con las piernas cruzadas
debajo del culo. Recordé a Estela, unos días antes de que me fuera a Paris.
Ambas tenían la misma expresión, desoladas, tistes y sin quitar la mirada del
hombre que tenían delante.
Me encontraba en el hospital, en el mismo
piso donde estaba Estela solo que en la otra parte del edificio y visitando a
otro enfermo; Dalif.
El hombre que salía disparado tres días
antes ahora se encontraba apostado en una cama. No había tenido un accidente
con la moto de Leon, más bien, al salir corriendo detrás de su mujer, Dalif
había sido atropellado por un coche y no por una palomita como me indicó mi
hermana cuando le pregunté tontamente; quien le había atropellado.
Ya había despertado, y estaba bien, algún
hueso roto que otro pero perfecto, en cambio, el siguiente problema que se le
presentaba era su mujer, y por eso, desde hacía dos días, nadie entraba en la
habitación, acaso que no fuera necesario, para que esos dos solucionaran sus
problemas.
Mierda, me alegraba por Dalif, por fin
tenía una oportunidad por la que ser feliz, yo no.
–Lo has fastidiado, Andreas –me acusó Dana,
haciéndome bajar de las nubes–. Yo soy madre, y sé qué clase de sentimiento
nace en tu interior cuando alguien te quiere quitar a tu hija. Es lo peor que
has hecho en tu vida.
Me pasé las manos por la cara y me quedé
mirando fijamente el techo.
–Lo sé, lo vi una vía fácil.
– ¿Extorsionarla?
– ¡Joder! Le ofrecía todo y más, y ella lo
rechazó.
–No fue una oferta, la obligabas –corrigió–.
Andreas, vas a ser padre, tu deber es solucionarlo.
Del techo pasé a un foco blanco en una
esquina, parpadeé, pensando en lo miserable que era. Me sentía como un ogro, no
obstante tenía mis razones, no buenas, en ese momento pensaba que hacía lo
correcto y que Estela, recapacitaría. Ella me había engañado.
–No puedo quitarme de la cabeza a Estela con
Lloyd.
– ¿La quieres?
Dejé el foco antes de que me derritiera las
retinas y miré, por primera vez a mi hermana.
–Sí, pero…
–No –interrumpió alzando un dedo acusador–. Intenta
quitarte de la cabeza a ese otro tío y ves a por ella.
Qué fácil.
Debería de haberme reído en su cara o
señalarle con el mismo tono de sarcasmo que ella utilizaba; cuantas veces había
torturado a Dante con sus impulsos de marcar su autoridad en casa.
Para ella; Dante era el cabrón que tenía
que irse con cuidado y ella la santa.
Me imaginaba a mi cuñado tirado en el suelo
y a ella de pie, como Superman, con
las manos en las caderas, la barbilla alta mirando al frente y un pie encima de
su marido. Una foto graciosa, lo complicado es qué; ninguno nunca tiraba la
toalla a la vez, luchaban hasta el final…
Como Estela y tú.
Sacudí la cabeza.
Mi relación no se comparaba con la de mi hermana,
puede que ambas mujeres estuvieran como una cabra, pero eran diferentes, Dana
toleraba algunas cosas, e incluso, cuando se lo proponía podía llegar a comportarse
decentemente, jamás había escuchado a Dana hablarle a su marido como Estela me
había insultado, y no me imaginaba a esa rubia de ojos azules entablando una conversación
seria con uno de los amigos de mi padre.
–Resulta más fácil decirlo que hacerlo. Hay
muchas complicaciones por el medio y un carácter muy cabezón. Estela es muy
orgullosa –comenté, pensando en que Estela no entraría en razón.
–Solo las justas.
Fruncí el ceño.
–Dana, tú mejor que nadie sabes por lo que
estoy pasando.
Dana frunció el ceño imitándome con burla.
–Y yo mejor que nadie se lo que puedes perder.
Contesta; ¿Qué quieres, pasarte la vida esperando a que aparezca el caramelo
que te la cambie? ¿O aceptar que el caramelo ya lo tienes?
¿Eh?
– ¿De verdad estamos hablando de caramelos?
–Para mí mi marido es un caramelito.
Hay que joderse.
Mi
hermana ahora se hacía pasar por una autentica samaritana, en cuanto tenía a su
marido viviendo en casa del cuñado, corriendo detrás de ella, pidiendo perdón
mientras ella, enfadada se las estaba haciendo pasar canutas.
– ¿Tú has perdonado a Dante?
–No, pero no pienso dejarlo, estoy enfadada
con él y debe asimilar muchas cosas… –Dana se interrumpió. Miró, haciendo círculos
con los ojos -algo escalofriante-, y después clavó sus pupilas en las mías.
Dante estaba jodido, mi hermana a veces parecía la loca del exorcista–. Los
problemas de mi matrimonio no te afectan.
– ¿Y los míos a ti sí que te afectan?
Se encogió de hombros.
–Tampoco, pero cuando se trata de niños
pequeños, resulta difícil no meter la… –otra interrupción, solo que esta vez se
mordió los labios–…a tomar por saco –exclamó de repente.
– ¿Eh?
– ¿En qué habitación está Estela? –preguntó,
muy curiosa.
–En la doscientos seis…
–Vamos.
Me tomó de la mano y comenzó arrastrarme
por el pasillo.
Como un niño pequeño, así mismo me sentí al
pasar por delante de un grupo de enfermeras que se nos quedaron mirando con
ceño, alguna hasta se atrevió a sonreír y otras, abrieron los ojos pasmadas de
ver a un tío de mi edad siendo tratado de esa forma por una mujer.
Tiré del brazo con fuerza. Era ridículo que
mi hermana me tratara como si fuera uno de sus hijos, y ¿qué hacía preocupándose
por mí? ¿Y sus hijos?
En el mismo momento que me hice esa
pregunta supe la respuesta, con el padre. Mi hermana estaba loca, pero no tanto
como para dejar a sus retoños desperdigados por ahí.
El corto trayecto hasta la puerta de la
habitación de Estela fue un verdadero suplicio para mí. Dana insistió en no
soltarme, y yo, no me veía muy capacitado a empujarla, temía tirar con fuerza
para terminar desparramándola por el suelo y después, casualmente, girarme y
encontrarme a mi cuñado mirándome como un asesino…Sin embargo, tres metros
antes de llegar, me encontré con un cuerpo que no me esperaba.
Darío, eso bastó para impulsarme a caminar
y terminar tirando de mi hermana.
– ¿Qué haces aquí? –mi voz salió a través de
los dientes, fue más un silbido que palabras.
Darío se volvió y se me quedó mirando con
curiosidad. Saludó con un débil gesto de cabeza a Dana.
– ¿Sigue en pie lo de las clases de francés para
Kiara? –preguntó Dana, con su típico tono de voz dulce.
Darío se tensó de forma radical, e incluso
me pareció ver un pequeño rubor en sus mejillas, sin embargo, cuando habló, su
voz fue la más dura que le conocía.
–Ya se lo dije a tu padre –contestó–. Estoy
muy ocupado, de todas formas, le comenté a Víctor que mi primo tiene el idioma
más pegado, Aaron le ayudará mejor que yo.
Fruncí el ceño porque no entendía de qué demonios
hablaban, y menos, que pintaba en esta conversación mi prima.
–Qué lástima. Kiara está muy perdida y no sé
si tu primo conseguirá que se centre en las clases. Pensé en ti porque tú
tienes un don especial para que la gente obedezca.
Más bien quiso decir que; Darío tenía un
don para acojonar, pero Dana pretendía convencerlo, no asustarlo.
–Es mejor Aaron –espetó, con sequedad mi
amigo–, Y cómo te he dicho; yo voy a estar muy ocupado este año.
Dana insistió, tratando de convencer a un
hombre que deseaba escaquearse de esas clases con escusas poco elaboradas.
Harto de tantas contestaciones que no me
ayudaban, corté de raíz centrándome con autoridad en mi amigo:
– ¿Darío? –corté, con un volumen de voz alto
–. ¿Qué haces aquí?
–Te esperaba.
Por supuesto, que casualidad.
–Que coincidencia –comenté con desdén–. ¿Es
qué ahora eres adivino?
–No –contestó con sequedad–, Luther me ha
dicho que vienes todos los días.
Tenía razón, solo que desde el altercado el
día que a Estela la ingresaron, los tres días después, su hermano y un agente
de seguridad contratado por el hospital, no me habían dejado entrar: “que alteraba a Estela”, decían, aunque
en mi opinión, la única alteración era la de ellos y sus tonterías.
Yo debía solucionar unas cosas y esos
cabrones me lo impedían.
Me crucé de brazos y con gesto ausente,
como si me importara una mierda todo lo que me dijera, continué:
– ¿Qué quieres?
–Me pediste un favor hace tiempo, ya lo he
averiguado y no te va a gustar.
Mis cejas se alzaron. No recordaba pedirle
un favor.
– ¿De qué hablas?
–Cody.
Escuchar ese nombre me revolvió el estómago.
– ¿Qué pasa con él? –carraspeé, mi voz salió
estrangulada.
–Me ha llegado una información muy
interesante.
Por supuesto, ya sabía del favor del que
hablaba. Yo mismo le había pedido que averiguara cosas sobre Cody, y estaba
deseando saber que escondía esa escoria.
– ¿Qué has averiguado? –pregunté, con el mismo
tono de voz, intentando esconder mi mal estar y no mostrando todo lo que me
producía el ex de Estela.
Uno más de su lista… Qué asco le tenía a esa lista.
–Cody es el culpable de que Estela esté
ingresada. Él fue quien la golpeó.
Noté una intensa, casi demoledora ola de
fuego arrasar mi cuerpo entero. La expresión de qué se te crucen los cables,
tomó una ligera forma sobre mi cabeza y unos cuantos chispazos se dieron como
fuegos artificiales.
Tenía en mi mente grabado el momento de
cuando encontré a Estela en la bañera, esa era la típica fotografía que nunca
olvidas, y más, después de ver los colores oscuros que coloreaban la única capa
de piel que protegía a mi hija.
Y ahora, por fin, ponía nombre y cara al
culpable.
– ¿Cómo sabes eso?
Mi voz, ni siquiera parecía mía. E incluso
Darío, un soldado preparado para enfrentarse a todo tipo de sentimientos, se
sorprendió.
–Lo sospechaba –contestó con neutralidad–,
entonces, ayer me llegaron los informes que pedí de él y lo supe.
–Cuéntame.
La expresión de Darío cambió. Informaba,
como un profesional, dando datos de personalidad sobre el enemigo.
–La lista es larga, pero lo resumiré–. Gracias, pensé y dejé que comenzará–;
Desde niño ha sido un vándalo problemático. Fichado por la policía nada más
cumplió dieciocho por peleas callejeras. Su conducta no mejoró, atacó a su
propia familia, en un arrebató mandó a su madre a la uvi, pero no hicieron nada
en su contra, era menor y su madre no lo acusó. Después llegó una vecina de la
que se enamoró, cuando se enteró de que ella se había besado con un amigo suyo,
no fue a por su colega, fue a por la chica, una menor de edad que acabó en el
hospital. Pasó la noche en un cuartelillo, finalmente el abogado de su padre,
otro cabrón como él –y añadió con voz sarcástica–; <<de tal palo tal astilla>>– chasqueó con la lengua y
continuó–; lo sacó y lo mandó lejos un tiempo. A los veinte años regresó a
Paris y se fue a vivir con sus abuelos, hasta que cometió su siguiente delito.
Joder.
Cody era un delincuente que no había pagado
una mierda de nada. Un cobarde que atacaba al género femenino para superarse él
mismo. Tenía gracia, Estela siempre me había criticado a mí sobre ese tema,
sobre creerme superior a los demás, y ella misma había caído en las garras de
un hombre peor que yo.
– ¿Qué hizo? –animé a mi amigo.
–Comenzó una relación, todo parecía ir bien,
–como en todas las relaciones. El
principio siempre era bueno–, hasta que comenzaron los celos y la
dominación sobre ella–. Sentí un ligero temblor de terror e ira, al imaginar a
Estela con él–. Atacó a su autoestima, hizo que se quedara sola y después, cuando
ella se reveló, comenzó la pesadilla. La chica pasó dos años ingresando en
urgencias con heridas leves. Hasta que en uno de sus golpes, la joven perdió la
sensibilidad de cintura para abajo. No hubo pruebas suficientes para
denunciarlo, ella no había puesto ninguna denuncia de maltrato y estaba
demasiado atemorizada como para denunciarlo, fue la hermana la que consiguió
una orden de alejamiento y unas cuantas pruebas suficientes como para alejarlo
de ella. Cody, entonces apareció aquí, y no había metido la pata hasta que
apareció Estela.
Asentí con la cabeza, incrédulo por el
cariz que tomaba la historia, consciente y por fin comprendiendo del secreto
que rondaba a ese hombre, ahora entendía esos cambios de humor, la violencia
con Estela el día que los pillé en el callejón, y el motivo loco que lo impulsó
a entrar en su casa como un acechador.
El historial de Cody era algo más fuerte
que el típico cuento de chica conoce chico, chico es bueno al principio y después
demuestra su otra cara real, por supuesto a Cody le convenía no decir nada,
normalmente las mujeres solían salir espantadas de un hombre así, desde luego
estos relatos no se cuentas en una mesa con velas o en la cama después de hacer
el amor. Lo cual se podía explicar por qué; Estela estaba tan confundida con él,
y por qué; ese desgraciado quiso deshacerse de forma tan salvaje de mi hija.
Venganza.
Esa respuesta vino a mi cabeza como un
subtítulo en una película de mudos.
–La historia se repite –murmuró, con
preocupación Dana. Me volví hacia ella. Su rosto, tan preocupado como su voz se
alzó y sus ojos grises me miraron con intensidad–. No te metas, Andreas, por
favor. Habla con Dante y que él lo deje en las manos de Maddox, Maddox actuará
correctamente, conoce agentes que trabajan en las sombras y harán un trabajo de
lo más secreto.
–No.
Mi hermana me tomó de las manos.
–Recuerda lo que sucedió con Remyl, Will casi
muere por culpa de ese canalla. No quiero que te pase nada a ti, y Estela
tampoco lo querrá.
Retiré mis manos, con suavidad para no
ofender, de entre de las de mi hermana y me volví hacia mi amigo.
– ¿Has hablado con alguien de esto? –le
pegunté a Darío.
–Solo con Luther.
Asentí y salí disparado hacia la habitación
de Estela con mi hermana y Darío pisándome los talones. Dana continuó pidiendo
que no me entrometiera, Darío, susurraba maldiciones y palabras de toda clase,
en mi cabeza, sin embargo había demasiado información como para detenerme a
pensar en otras cosas que no fueran; Cody, Estela y…
Mierda.
Hoy no había seguridad apostada delante de la
puerta de Estela, pero sí Luther, lo que me pareció normal, pero extraño. No me
lo encontré como siempre, con los brazos cruzados, apoyado en el marco mirando
telarañas mientas soltaba alguna “gracia” a su hermana, no. Luther me daba la
espalda y se asomaba a través de una pequeña ranura de la puerta, como si estuviera
escondido, cotilleando algo en el interior.
Me acerqué por detrás y golpeé su hombro
con un dedo.
Luther se giró de golpe, sobresaltado se
llevó una mano al pecho, pero al segundo parpadeo se dio cuenta de que era yo,
y su desprecio fue evidente.
–Ah, eres tú –murmuró, con asco, para él
mismo.
–Sí, soy yo. Y ahora, ¿estás de vigilante?
– ¿Qué? No.
–Pues estás en medio.
Levanté una ceja, señalando que no se movía
para déjame entrar, así que, lo empujé. Luther se atravesó mucho más en mi
camino.
Joder.
–No me vas a impedir entrar, chulo de playas
–amenacé.
–Para el carro…
–Quítate…
–Cállate –susurró, tapándome la boca. Retiré
su mano de un manotazo, pero antes de que pudiera pronunciar una sola palabra,
Luther me empujó contra la pared y manteniéndome quieto, me dedicó ese gesto
rabioso que utilizaba un policía para intimidar a un enemigo–. Mantente callado
y escucha. Te interesa saber lo que está sucediendo dentro de la habitación.
Ladeé mi cabeza lo suficiente como para
asomarme, no llegué a ver nada, pero escuché una voz masculina llena de
alegría.
Otro hombre más; NO, por favor.
Sin embargo, cuando conseguí quítame de
encima a Luther para acercarme y vi quien era, preferí que fuera otro.
Mi mayor problema, mi mayor preocupación, y
el culpable de que ahora no me dejaran atravesar la habitación. De que Estela
no aceptara mi proposición y puede que fuera el culpable de que ella me odiara
a muerte, se encontraba paseándose por ese reducido espacio mientras tocaba
cada mueble y le dedicaba unas cuantas miradas a Estela.
–Estás enorme –dijo Lloyd.
Apreté los puños.
Está embarazada, desgraciado.
–Ahora que me fijo bien, ¿sabes que te estás
quedando calvo?
Sonreí, e incluso escuché el leve sonido de
unas risas a mi espalda que fue interrumpido por un siseo de mi hermana. Por
suerte, Lloyd bufó con fuerza y tanto las risas, como la queja de Dana, fueron
apagados con ese sonido.
– ¿Qué tal tu relación con el ricachón?
¿Ricachón?
Pero que leche tienes.
–Ya lo sabes.
Estela habló rabiosa, y eso fue suficiente para
asomarme mejor y buscarla con la mirada. No estaba en la cama sino sentada en
una cómoda butaca. Se acariciaba el estómago mientras acribillaba con los ojos
a Lloyd.
–De verdad, con lo inteligente que eres no
llego a comprender como pudiste liarte con un tío así.
Sentí las uñas clavarse en mi carne. Una
mano apoyada en mi hombro me señaló que me había incorporado y que empujaba la
puerta para entrar, por suerte me controlé, tomé una intensa bocanada de aire y
dejé caer mi mano.
–No lo soy mucho cuando estuve tres años
contigo. Sinceramente, soy bastante idiota en ese tema.
–Eso ha dolido.
A mí
también me dolió.
– ¿Qué quieres Lloyd? –espetó ella–. Tengo
cosas que hacer. Por si no te has dado cuenta me estaba preparando para volver
a casa.
–Me siento en deuda contigo. Fui un cabrón y
quiero recompensarlo.
– ¿Estás buscando la forma de hacer las paces
con tu karma? Lo tienes difícil. Por
mucho que cambie el hombre, un mierdecilla como tú no se hace santo.
–No me busco a mí mismo. Busco la paz entre
tú y yo.
Hubo un silencio en toda la habitación, e
incluso fuera. Ambos se miraban, no era deseo lo que reflejaban los ojos de
Estela, pero la expresión de Lloyd la conocía, era anhelo, amor, respeto. La
amaba, lo sabía, porque yo la miraba igual.
Estela suspiró cansada.
–Déjalo, no quiero que me ayudes. Y si
quieres hacer algo por mí, desparece de mi vida.
–Lo haré, pero antes voy hablar con tu
ricachón, para decirle que no pasó nada ente tú y yo.
¿Qué?
Las piernas me temblaron y noté una presión
en el pecho.
–Que decente de tu parte, pero si lo que
intestas es manipularme con esa manifestación de bondad, ahórratelo. Tú cambio repentino
no me afecta.
–No quiero manipúlate. Mi intención es
limpia, aunque pienso que ese payaso no se te merece, quiero que seas feliz.
Ajeno a todo caí de rodillas y apoyé, sin
fuerzas, la cabeza en la pared.
– ¿Por qué haces esto? –preguntó Estela, y me
pareció un eco.
–Tú hermano me abierto los ojos. Te quiero
Estela, creo que nunca dejé de quererte. Cuando estaba con Jessy, solo podía
pensar en ti. –Lloyd se interrumpió unos segundos para tomar aire–. He
intentado todo lo posible en volver contigo, e incluso me aproveché de tu
ruptura, de aumentar la mentira aun cagándola y destrozándote a ti la vida. –Mientras
Lloyd hablaba mi corazón iba a un ritmo escalofriante. Fiebre, terror, frío y
miedo, cada uno de esos síntomas me afectaron como si me inyectaran cada dosis
en segundos. ¿Qué había hecho?–. Yo
tampoco te merezco, por eso, voy actuar como un hombre por primera vez. Hablaré
con Andreas, le confesaré lo que pasó aquella noche…
–Pierdes el tiempo –interrumpió ella.
–Le diré que me rechazaste y que fui yo el
culpable. Que yo te presioné.
Una mentira. No podía ser, como podía haber
sido tan idiota.
–Nunca te creerá.
Levanté la cabeza de golpe y la vi. De
perfil su rostro me daba la mejor y más hermosa silueta que jamás había visto
en ella. Estela miraba a través de la ventana, sus ojos brillaban y esos
carnosos labios que yo tanto había besado permanecían abiertos en una pequeña
ranura donde pasaba el aire.
Noté un golpe en el pecho, un brusco movimiento
que no se detenía, y era simplemente la fuerza de mis latidos chocando contra
las costillas.
Con todo lo sucedido no me había fijado en
lo guapa que estaba, en lo muy bien que le favorecía el embarazo…
Una hija.
¿Qué había hecho?
Me repetí esa pregunta una y otra vez, y otra,
mientras mi mente me atacaba con recuerdos, con la misma noche que la eché de
casa.
–Entonces él tampoco se te merece.
No. No. No.
El silencio se produjo pero solo en mi
cabeza. Me senté en el suelo, con la espalda apoyada en la pared y la cabeza,
inmediatamente cayó hacia delante.
Calculaba los daños y la suma fue
descomunal.
Desde el principio de mis días mi vida había
sido perfecta, buena, sin problemas hasta que Renata apareció. Me hundí, sufrí
mal de amores, un tío como yo, que lo tenía todo, que tenía todas las mujeres
que quería abatido por una mujer, por suerte el golpe me hizo más fuerte, y
aunque me prometí no volver a enamorarme lo hice. Pensé en un principio que era
un error, que la chica en cuestión era un error y por desgracias del destino
una mentira me quiso dar la razón.
Perdía de nuevo, y otra vez era vencido por
una mujer. El problema es que a ella no lo pude olvidar, no me la quitaba de la
cabeza ni del corazón y ahora comprendía el motivo.
Mi desconfianza, mis celos y la mierda de
orgullo me habían llevado a confiar en las palabras de otras personas antes que
en la de ella.
Esta vez no me habían vencido, yo me había rendido.
Y ahora, Estela me odiaba, y yo también me
odiaba a mí mismo.
Me llevé las manos a la cabeza, presioné
mis dedos con fuerza para intentar quitar el terrible dolor que me amenazaba en
reventarme las sienes.
¿Qué voy hacer?
–Vaya, que coincidencia, –escuché a Lloyd,
pero ni me molesté en levantar la cabeza–, contigo quería hablar…
–Lárgate cagando leches –amenazó Luther.
–Voy a firmar la pipa de la paz…
–Vas a firmar una mierda.
–Tranquilízate, Luther.
Puede que si mis sentimientos se ordenaran atacaría
de la misma forma a Lloyd, pero estaba demasiado destrozado como para atender a
sus sugerencias.
¿Hablar conmigo?
No hacía falta que me dijera lo muy capullo
que había sido al dejar escapar a Estela. No había falta que nadie me indicara
el error cometido, ya lo sabía.
– ¿Me hechas una mano, Darío?
–Lo estoy deseando.
Alcé la cabeza en el momento exacto que mi
hermana se arrodillaba delante de mí, y Darío se llevaba a Lloyd a rastras, sin
embargo, la mirada Dana fue el mayor muro con el que me enfrenté.
– ¿Qué voy hacer? –murmuré.
–Entrar ahí, y hablar con ella.
Una risa ansiosa salió de mis labios.
–Me odia, y después de mis amenazas, querrá
mi muerte.
Dana se puso seria.
– ¿Y eres tan cobarde como para dejarlo
estar?
Dejé caer la cabeza hacia atrás hasta
apoyarse contra la pared. La decoración, desigual de la esquina del techo se
grabó en mis retinas.
Me sentía tan sumamente derrotado que cuando
Dana me tomó de las manos no me esforcé por aceptar esa muestra cariñosa. Solo
pensaba en mi metida de pata, en Estela y en cómo había terminado mi relación
con ella.
–Me encuentro en una encrucijada –susurré–.
Por primera vez en mi vida, no tengo ni idea de cómo solucionar un problema. No
tengo el valor suficiente para entrar y hablar con ella.
–No me caes bien, pero si quieres puedo
obligar a mi hermana que se case contigo –dijo Luther.
Ojala fuera tan sencillo.
No obstante, para Estela eso sería lo peor.
–Eso no ayuda –espetó mi hermana, quien le
dedicó una sarcástica sonrisa, luego, cuando se volvió de nuevo hacia mí, su
rostro, otra vez, expresó ese dulce amor de hermana preocupada–. Somos
conscientes de que todo el mundo se equivoca, somos humanos y los errores
forman parte de nuestra vida, pero para eso están, para aprender de ellos. Te
has equivocado, y te has dado cuenta de ello antes de que sea demasiado tarde,
tienes la oportunidad de enmendar el pasado y recuperar el futuro.
–No va a querer escuchar lo que tenga que
decirle.
–Puede, pero lo bueno es que tienes un as en
la manga.
Me giré y miré a Luther.
– ¿Cuál? –pregunté, sin muchas ilusiones.
–La niña que esperáis y que…mi hermana aun te
quiere. Juega con eso, pero hazte un favor y deja tu orgullo, tu prepotencia y
tu ego fuera, habla con la cabeza pero no con dulzura, sino, Estela te comerá.
Desde luego que me comería, ¿pero cuál era
el término medio?
De normal Estela era imprevisible, ahora
embarazada la cosa se complicaba, y no tenía ni idea de con quien me encontraría,
si con una buja o una mujer sensible.
–Andreas, es tú vida, ¿con quién la quieres
pasar?
Bufé.
–Con ella, pero no lo comprendes. Le dije
cosas horribles el día que la deje, y luego lo del bebé. La amenacé…
– ¡Basta, Andreas! –gritó Dana, cortando mi
penoso estado. Se incorporó con rebeldía, como una autentica madre, y levantó
un brazo–. Compórtate como un hombre y entra ahí. Ten un par de huevos para
recuperar a tu mujer.
La energía de sus palabras, de su voz fue
un aliciente para mi cuerpo.
¡Sí! ¡Recupérala!
Alcé mi culo del suelo, mi autoestima y mi
moral. Dana tenía razón, todo el mundo merece perderse, caer y equivocarse. Yo lo
asimilaba y estaba dispuesto a todo por volver con Estela.
Con fuerza suficiente y más animado que
antes me di la vuelta. La puerta me pareció papel y mi mano un enorme abanico.
Empujé…
–Oye, –miré por encima de mi hombro a Dana–,
suerte –animó con una sonrisa.
Le devolví la sonrisa.
–Suerte, nosotros te esperamos aquí –comentó
Luther, pasando una mano por detrás de Dana.
Mi hermana lo miró con las cejas alzadas.
–Quita esa mano de mi cintura sino quieres
que…
–O te la parto yo –la voz grabe de un tercero
se unió a la fiesta con la amenaza directa de hacer realidad una brutal acción.
Por supuesto Luther retiró esa mano en un
segundo. Dante y su aspecto salvaje nunca dejaban indiferente a nadie. Después,
retiró a su mujer del que pronto sería mi cuñado para hacer lo que todo animal
posesivo hacía; el abrazo de posesión, y le dedicó una mirada rabiosa a Luther.
Sí, mi cuñado sabía cómo marcar el terreno,
algo de lo que estaba dispuesto aprender.
Los dejé fuera, midiéndose con las miradas,
no me importó, yo tenía un problema a un peor.
Respiré y entré en la habitación de Estela.
Continuará............................................................
El siguiente capítulo puede que tarde un poco, no tengo nada escrito y me gustaría que sea muy especial lo que queda ya.
ResponderEliminarMas o menos quedarán unos cinco capítulos. Se que esta novela se hizo un poco más larga, pero también los capítulos son más cortos que en otras novelas, sin embargo, os digo que ya queda muy poco!!!!!!!!
BESOS CON SABOR A MELOCOTÓN!!!!!!!!!!!
Dijiste que tardarías un poco, no que fuera eterno por favor actualiza pronto
EliminarDijiste que tardarías un poco, no que fuera eterno por favor actualiza pronto
EliminarEntro al blog a cada hora para ver si hay actualización jajajajaja!!! Que desesperada estoy jijijiji!!! Actualiza prontoooo!!!
EliminarMe encantooo
ResponderEliminarNoooo q triste tener q esperar por los capitulos :(....pero se que valdra la penaan♥♥♥....me encantaa esta novela, buenoo todas tienen algo especial♥♥... felicidades eres una gran escritora
ResponderEliminarMe encanta que penillanura ya se termina aunque la verdad estoy deseando de seguir leyendo esta historia. Que se arreglen ya por favor que no sufran más. Ahora Codi que sufra muchísimo el muy.... Que quería matar a su hija en fin, un besazo enorme y no te preocupes te esperaremos
ResponderEliminarMe encanta aaa ,coomo siempre!, ojala subas pronto!!
ResponderEliminarSube luego siiiiiiii
Sencillamente me encanta ya era hora q andreas abriera los ojos jejejej
ResponderEliminarooooo como me gusta como haces interactuar a los personajes de las otras novelas, le das como si no quiere la cosa una actualizacion de las otras parejas.
ResponderEliminarMe tendre que ir preparando para el fin de esta bellisima historia donde fueron una locura con sus dialogos tan efusivos en cuanto a sentimientos.
;)
Vamos Andreas!!! Qué no la la puedes fastidiar más!!! Esto no lo arregla ni el Dr. Marañón!!! (je,je)
ResponderEliminarSiento un vacío emocional porque de que ya va terminar y te digo bety, que no pude resistir la tentación de leerla en el blog porque yo la estaba leyendo en wattpad pero la tentación es mala XD... Besos me encanta tu historia bueno todas tus historias :) cuídate y espero con ansias el próximo capítulo
ResponderEliminarCreo que me paso lo mismo que a roze Rodríguez Jajajaja estaba en wattpad pero no me contuve, amo tus historias.!
ResponderEliminarEntro al blog y veo la portada de El efecto de la orquídea Roja... y me emociono! me emociono! xDDDD
ResponderEliminarcuando actualizas aquí?
ResponderEliminar������ cuando actulizas
ResponderEliminarHoy se cumple el mes desde la última actualización!!!! Ésta espera ha sido larguísima actualiza pronto por favooor!!!
ResponderEliminarEntro al blog a cada hora para ver si ya hay actualización jajajajaja que desesperada estoy jijijiji!!!
EliminarPor favor actualiza pronto que estoy de los nervios. Un beso
ResponderEliminarPor favor actualiza pronto que estoy de los nervios. Un beso
ResponderEliminarHa pasado ya un mes necesitó que subas el otro capítulo antes de que muera
ResponderEliminarSabes que huí de wattpad para adelantar toda la historia lo confiezo no es la primera vez y por favor sube rápido
ResponderEliminarooooooo estoy muy desconcertada ya que supuse que atualizabas una o dos veces por mes, y me lo pase mirando el blog todo septiembre y ahora con octubre e igualmente te sigo leyendo en wattpad.
ResponderEliminarEspero que estes bien que sea solo algo con que te has quedado en blanco o que no llegan nuevas ideas para seguir escribiendo. Si es asi te sigo esperando...
;)