BIOGRAFIA

Biografía Beatriz La Codorniz

(Apodo sacado por mi hermano, alias Carlota come cacota, a los seis años)

Fui una niña buena, obediente, ordenada, bailarina y muy imaginativa.

Fui una adolescente desobediente, discotequera, atrevida, mucho más imaginativa y enamoradiza a la vez que muy dura con los chicos.

¿A quién no le han roto el corazón alguna vez? A mí unas cuantas veces.

Creo que algunas de mis historias se han creado desde esos trozos hechos trapos. Al menos, han servido para algo.

Y ahora, que he madurado, lo he metido todo en una coctelera y he sacado un poco de todo eso, lo mejor y lo peor, por supuesto, ¿A quién le gusta la gente perfecta?

A mí no, porque si no, no tendría al chico malo de la ciudad a mi lado. ;)

Soy grosera y muy, muy sentida, así que, comentar, pero no seáis muy duras…

Es broma, podéis ser tan cabronas como mis protagonistas, yo me lo tomaré con filosofía.

En cuanto a mis historias -porque para mí son eso, historias-, nacen sin saber muy bien qué camino seguir. Creo sobre la marcha. Nuca sé cómo va a terminar, ni lo que sucederá.

Yo también me quiero sorprender. Y quiero disfrutar, como espero que lo hagan todos al leer un pedacito de mí.

P.D. Os preguntareis porque he cambiado mi biografía, pues bueno, solo decir que después de varios años sin sonreír, al fin he soltado una carcajada. Así que, me he dicho; Vuelvo a empezar. Vida nueva. Mente nueva. A la mierda la mierda de pasado y tola la mierda pasada.

Perdón, pero no os alarméis, ya os he dicho que soy una grosera.

Bueno, y ahora a disfrutar de historias que pueden conquistar vuestro corazón.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

CAPÍTULO 15 (Una fantasía de ojos negros)




    Regresamos de nuevo al centro de la fiesta, remontando un camino por un lateral, su mano tiraba de mi cuerpo mientras el suyo propio retiraba a la gente para que nos dejara pasar. Liam parecía tener más prisa que nunca, a más de una de las personas que esperaban tranquilamente, haciendo cola en una de las casetas de comida, le había soltado un gruñido para retirarlos de su camino. A él, le dio igual, a mí, me tocaba ir pidiendo perdón a esos rostros incrédulos que no habían abierto la boca tras ver el aspecto salvaje del hombre que tiraba de mi brazo.
    Nos acercábamos a la zona donde sabía que estarían mis amigos y me solté a la vez que frené en seco mi paseo.
    Liam se giró y me miró con ceño.
  – ¿Por qué te detienes? –preguntó con un leve tono de rudeza.
  –Mis amigos…
  – ¿No quieres que te vean conmigo? –asentí y su mandíbula se tensó–. Deduzco que les has contado todo y, no les caigo precisamente bien–. Asentí de nuevo y Liam estiró el brazo para atraparme–. No te preocupes, estoy acostumbrado a que la gente no me tenga mucho cariño, no me moriré por mucho que me digan…
    Me negué retrocediendo.
  – ¡No puede verme contigo! –grité nerviosa.
    Liam se me quedó mirando con una ceja alza junto con dos chicas más, que después de darle un buen repaso por detrás, se espantaron por mi repentino grito.
  – ¿Quién?
    Me negaba a responder, decirle que una amiga mía estaba loca por él era asumir que tenía locas a todas con las que se cruzaba y la idea de que me dedicara una sonrisa desdeñosa, me ponía enferma.
    Miré hacia un lado, evitando la pregunta y buscando otro lugar de fuga, aun así sentí su cuerpo cuando se me aproximó.
  – ¿Te molestaría que te viera el piloto conmigo? –preguntó levemente.
    Me giré al escuchar esa nota rabiosa en su voz y tuve que alzar la cabeza. Otra vez estaba su pose intimidante, espalda curvada y los hombros ensanchando más su torso. Continué subiendo, dejando atrás esos músculos que de pronto se me antojó arañar y terminé cruzándome con una mandíbula tensa y una mirada amenazante.
  –No –respondí secamente.
  –Entonces, ¿quién?– insistió y de pronto, los ojos se le abrieron como platos–. ¿Tu encantador prometido está aquí?
    Di un respingo al escuchar el tono socarrón mezclado con el sarcasmo.
  – ¿Tendrías algún problema si así fuera?
    Mi reacción fue un poco violenta. El cuerpo de Liam se relajó al ver como el mío se tensaba, luego, se puso recto y me acarició la mejilla.
  –No, únicamente le mostraría lo que se pierde.
    Mi relación con Ivan parecía el titular del mes. Por lo visto todo el mundo parecía saber que a mi futuro marido no le interesaba ni una mierda.
  – ¿Y qué sabrás tú de eso? –pregunté molesta.
  –Porque si a ese idiota le interesaras lo más mínimo, estaría aquí partiéndome la cara.
    De todo lo que había dicho ese comentario me pareció el más gracioso. Ivan era un hombre grande, con el músculo tan definido como Liam, pero no me lo imaginaba en una pelea cuerpo a cuerpo por mí.
  –Ivan es anti-violencia.
  –En ese caso, –Liam sonrió de lado, con chulería–, él estaría en el suelo.
    Sonreí, no por la seguridad en la voz de Liam, sino por imaginarme la escena y, una cómica imagen de mi pie encima de su espalda mientras él pataleaba y yo gritaba victoriosa.
    –Morena, –Liam rodeó mi cintura y de nuevo, me encontré pegada a su cuerpo, sin respiración y con el corazón a mil–, eres inteligente, tentadora, guapa y con un perfecto cuerpo echa a mi medida, y él, ese Ivan, es un idiota que no sabe lo que tiene.
  –No me conoces –murmuré sin aliento.
  –Ni tú a mí, y eso es lo que hace que todo sea más fácil. –Hubo un silencio entre los dos pero no fue incomodo ya que nuestras mentes estaban más ocupadas en mirarnos eternamente que en mencionar una palabra, Liam fue el primero en romper esa magia y fue por culpa de lamerme los labios, ya que noté como presionaba su abrigo en mi cintura y aguantaba la respiración–. ¿Podemos irnos ya? ¿O vas hacer que te suplique?
    Miré la tensión de su mandíbula, su cuello y esos hombros que se flexionaban para franquear sus brazos y la tentación de arrastrarlo yo misma fue atroz, pero, no obstante…continué tentándolo.
  –No te veo como un hombre que suplica.
  –En este momento– bajó un poco su mano, casi rozando el principio de mi trasero y sentí como su escalofrío se repartía por mi cuerpo–, aunque no lo creas, soy capaz de hacer cualquier cosa para que me sigas.
    Sonreí por la satisfacción de saber que yo también podía afectarlo.
    Me liberó de sus manos en mi cintura, pero entrelazó mis dedos entre los suyos morenos. Sentí la bestia rugir, una loba interna llamándome desde mi interior, clamando algo más profundo que el deseo, algo lleno de aromas cálidos, gritos y placer, algo llamado sexo, mucho sexo.
  –Esa sonrisa me ha convencido.
    Me apretó la mano y tiró de mí.
    Nos metimos por una de las calles perpendiculares para salir a la zona trasera y continuar por una paralela a la que se celebraba el festival. Me guio recto hasta llegar a la zona que habían preparado para los vehículos, un claro de; arenilla y piedras, completamente despejado pero tan lleno de gente como la misma calle por donde habíamos pasado.
    La zona de los coches estaba organizada por un hombre que indicaba aquellos que acababan de llegar y señalaba lo que se podía decir un lugar vacío donde aparcar. Pasamos de largo atravesando la mitad del parquin cuando un grito cesó nuestro paso.
  – ¡Marlowe!
    Liam se frenó en seco y choqué contra su espalda, sin soltarme se dio la vuelta y la tensión se aflojó de su cuerpo al ver quien lo había llamado.
    Me giré en esa misma dirección. Un hombre casi tan enorme como Liam se nos acercaba corriendo, no pude diferenciar su aspecto hasta que no lo tuve delante, y en el momento que se frenó su corpulencia me causó el mismo efecto que me había causado Liam cuando lo había visto la primera vez: intimidación.
    De piel morena, ojos claros y rasgos duros, reflejaba un aura tan destructiva y salvaje como el mismo Liam.
  –Me dejas tirado con Sarella y te largas con…
    Se silenció y me miró. Primero la cara, después el cuerpo, sacando sus propias conclusiones como si fuera un lote en una casa de subastas y finalmente la mirada. Me estudió con detenimiento, tanto que noté como la mano de Liam se presionaba con la mía, pero, después de unos segundos sus labios se ampliaron en una sonrisa y el efecto anterior despareció.
    Ese hombre sonriendo efectuaba una transformación impresionante, pasaba de ser oscuro a ser un maldito ángel.
  – ¿Tú debes de ser la mujer que me jodio la noche?
    Abrí tanto la boca como los ojos. Eso no me lo esperaba.
  – ¿Perdón? –pregunté incrédula.
  –Tyler…
  –Es broma, –sonrió y continuó, pasando olímpicamente de la queja de Liam–, soy Tyler, y por ti, yo también hubiera decidido acortar la noche para volver a casa a masturbarme…
  – ¡Tyler! –bramó Liam a mi lado.
  – ¿Perdón? –repetí, mucho más incrédula.
    El desconocido levantó una ceja y me dedicó una sonrisa de lo más seductora.
  –Disculpa, pero… todo el carisma que le falta a este, –señaló a Liam con la cabeza–, lo tengo yo, y por ello, sufro lo que se suele decir: exceso de alegría. Y todo porque, el cabrón de mi primo es un amargado que se pasa todo el día de mala hostia y mi único alivio para soportar su asqueroso temperamento es enfocar mi vida en las bromas y en las mujeres, y las dos cosas juntas…forman a un hombre divertido que puede ligar con ellas sin espantarlas como aquí, nuestro amigo se encargó durante toda la noche de ayer –dijo alegremente, con demasiadas explicaciones, dejándome mucho más anonadada–. Mi comportamiento contigo ha sido una demostración, para ligar, ya sabes– explicó sin cortarse ni un pelo–. ¿Me ha funcionado? ¿Crees que… si no te salen bien las cosas con Marlowe, puedes probar conmigo?
    La pregunta la terminó con un guiño y yo, retrocediendo, pero no porque quisiera, Liam, presionando mi mano con fuerza me había obligada hacerlo. No me quejé porque el primo tenía toda mi atención. Este tío estaba muy mal de la cabeza…
    Mira por donde, en eso también se parecía a Liam.
  –P-pues…–Literalmente, me quedé sin palabras.
  –Tranquila, no tienes por qué contestar ahora, te doy mi teléfono y me llamas cuando te dé la gana, estoy disponible las veinticuatro horas del día…
  – ¿Quieres que te parta la cara, Tyler? –amenazó Liam con su típica voz grabe.
    El susodicho ligón, me retiró la mirada para fijarla en su primo y esa sonrisa se amplió mucho más.
  –Entendido, la quieres toda para ti…
  –No puedes cerrar el pico –sentenció Liam en un tono que me provocó un estremecimiento.
    Sin embargo a Tyler, no pudo ni borrarle la sonrisa de los labios, algo que me dio a entender lo mucho que se conocían ya que, otro en su posición, dejaría a un lado las bromas y se tomaría más en serio la vena del cuello que trotaba bajo la piel del demonio que tenía al lado.
  –Pues no, parece mentira que no me conozcas.
    Tyler le guiñó un ojo a él también y algo en ese gesto tranquilizó a Liam, ya que, la mano que ejercía una gran presión sobre la mía, se aflojó y de nuevo, me dejó adelantarme hasta colocarme a su lado pero un poco más pegada a él.
  –Él es mi primo Tyler –señaló Liam, como si eso fuera una desgracia–. El payaso de la familia.
    Miré a ambos y me quedé alucinada de lo mucho que se parecían, no en apariencia, sino en corpulencia, e incluso hacían juego: dos hombres de aproximadamente la misma edad, altura y peso, y con el mismo aire de peligro que resplandecía como un aura negra.
  –Y ella es Gaela –indicó.
    Traté de deshacerme de la mano de Liam para saludar a su primo, pero como este estaba dispuesto a no soltarme, levanté la otra, pero para mi sorpresa, me encontré cogida por los hombros y besuqueada, con un largo beso en la mejilla. Rápidamente, Liam me empujó provocando que Tyler me soltara y el segundo beso no se llevó a cabo.
  – ¿Eso era necesario? –preguntó, mi jinete, algo crispado.
  –Sí, lo era–contestó y de nuevo me devolvió la atención a mí–. Soy el bromista, el primo y el compañero de trabajo de Don gruñón –añadió Tyler, con una sonrisa de oreja a oreja.
    Ese nuevo dato fue el causante de mi necesidad de saber mucho más de Liam, aunque una parte de mí, me gritaba a los cuatro vientos que cuanto menos supiera de un hombre así, mejor. No obstante, fue demasiado tarde, antes de que me diera cuenta, la pregunta salió de mi boca.
  – ¿A qué os dedicáis?
    Ambos se giraron, cuatro ojos me miraron fijamente, y después se miraron entre ellos. Me dio vértigo, por un momento pensé que se podían comunicar a través de la mente.
    Finalmente Liam fue el que me devolvió la mirada.
  –Somos agentes inmobiliarios.
    La seguridad en su voz a la hora de pronunciarlo parecía más una cuestión de haberse aprendido un guion de memoria, que una respuesta sincera.
  – ¿En serio?
  –Sí –respondió con mucha más seguridad.
    Una parte de mí se desilusionó. No es que prefiriera que fuese un asesino profesional o un cazador del ejército o hasta un bombero, pero no me lo imaginaba la clase de hombre, ya fuese por su corpulencia o sus rasgos, que se dedica amablemente a mostrarte el hogar con dulzura y elegancia… Liam no tenía nada de eso, seguramente iría soltando uno de sus gruñidos o una de sus miradas amenazantes, de esas que: cágate de miedo y cómprame la casa YA.
    Sus amenazas sería su eslogan a la hora de la venta.
  –Es extraño –murmuré incrédula.
    Liam arqueó una ceja.
  – ¿Por qué?
  –Porque no te veo como un amable vendedor de casas.
  –Bueno –interrumpió Tyler–, nuestros lotes son un estilo de alta gama –explicó con cada una de las palabras marcadas para que comprendiera a que se refería (que vendían a ricachones) –, pero ahora me has picado la curiosidad, ¿Cómo le ves?
    Liam esperó pacientemente. Me mordí el labio pensando en que decir para no ofenderle, pero después de todo, me dio igual.
  –Diría que te pareces más a un hombre de acción, que necesita la adrenalina como el sol las plantas. Te veo más como un boxeador por las magulladuras que llevas tanto en los nudillos como en la cara…
  –Porque no le has visto el cuerpo –murmuró Tyler levemente, mientras yo continuaba con mi explicación.
  –Te veo como un loco suicida que en un momento se tira en paracaídas y en el otro se mete en una pelea con diez tíos para él sólo…
  –O cien, según como le pille y en cualquier de ambos casos, sin llevar una custodia a su espalda –añadió, de nuevo, Tyler sin cortarme.
    Era el fondo de una banda sonora, yo cantaba y él hacia los coros. En ese simple momento, estaba tan fija a Liam que nada ni nadie me podía detener, y todo porque él, estaba fascinado mirándome mientras yo le daba mi sincera opinión.
  –Te veo como un obrero que le encanta subirse a las alturas, colgado de un simple arnés para arreglar una fachada de un edificio de cuarenta pisos de altura –me interrumpí y sonreí. En la mirada de Liam leí algo parecido a la fascinación y esa fascinación me fue contagiosa ya que, por un momento lo vi, en mi mente haciendo todo lo que le decía como si fuera un súper héroe, y lo que realmente era… Lo dije en voz alta sin darme cuenta–: Te veo como una especie de asesino a sueldo, no como un trabajador decente que vende casas.
  –Pues soy un trabajador, muy decente, que liquida sus contratos con perfecta profesionalidad.
    Hubo un silencio, algo lleno de electricidad mientras sus ojos, esas dos cuencas azules me observaban con detenimiento, y como siempre, caí en su red de quedarme atenta a él, a su poder y a su energía. Era como sumirme a su voluntad, como si él, con esa simple mirada me controlara a su antojo, pero esa dominación, por suerte, se vio interrumpida por unas palmadas que dio Tyler y me sacaron de un latigazo de ese trance.
  –Es buena, me gusta esta chica –halagó Tyler–, ha descrito al capullo que hay en ti y eso que todavía no te conoce.
    Liam me retiró la mirada y muy lentamente la desvió hacia su primo.
  –Jodete, Tyler –bromeó Liam, sin sentirse ofendido.
    No sabía muy buen como interpretar cada palabra que esos dos se decían, pero me encantaba ver a Liam tan natural, un hombre completamente diferente, así que, me llené con esa deliciosa imagen y dejé a un lado todos mis pensamientos, al fin y al cabo mi cabeza ahora mismo era un cubo de rugby, y como de niña había comprobado, nunca se me había dado muy bien ese juguete.
    Tyler, orgulloso de mi desconcierto, me dedicó una sonrisa y se la devolví, sus ojos se abrieron como platos. Luego miró de nuevo a Liam y silbó, admirado.
  –Tus secretos se descubren, ahora comprendo la expresión de Louis.
    Tras pronunciar ese nombre Liam se tensó y su mandíbula se presionó con fuerza. Sentí una increíble curiosidad por el tema de su conversación, pero entonces Tyler dijo algo que me llamó mucho más la atención.
  –…estoy de acuerdo contigo, aunque tu exageración con el piloto fue…
    A Tyler no le calló mi forma dudosa de mirarlo, fue la amenaza fría y destructora que salía de los ojos de Liam, hasta me hizo sentir una mosquito que se había equivocado de sangre a la que hincar el pincho.
    Igualmente, aun bajo amenaza de muerte, me atrevía a preguntar:
  – ¿Qué piloto?
    La pregunta me parecía tonta hasta para mí. Sabía bien a que se refería, es más, tanto Logan como Adriana me habían dado una pista, lo único es que no había procesado las pruebas todavía.
    Liam se giró y me miró con esos ojos oscuros, dispuesto a no decirme nada.
  –No lo conoces.
    Solté un bufido denso y fui directamente al grano.
  – ¿Qué le dijiste a Logan?
    Liam imitó el mismo gesto que yo.
  –Le hice la misma pregunta que te hice a ti ayer, solo que él, me dio otra contestación muy diferente.
    Lo de la pregunta a la que se refería era a la maldita insistencia en si tenía algo con Logan. Yo le había contestado la verdad todas las veces que me la había formulado… ¿Qué mierda le había dicho Logan?
  –Qué respuesta –insistí.
  –Pregúntaselo a él, por mi parte, y espero no arrepentirme, confiaré en tu palabra.
  –Pues no lo hagas.
  –Si no lo hago…–Liam se interrumpió. Tyler nos miraba atento a esa conversación. Dio unos pasos hacia atrás, retirándonos de él y habló más bajo–, hoy te pierdo.
    Abrí los ojos anonadada.
  –Liam, no me has ganado, no soy la apuesta de una partida de cartas…
    Se abalanzó sobre mí y rodeó mi cintura con uno de sus fuertes brazos, apretándome contra su cuerpo. Al instante noté la dureza que aún lo consumía desde el beso. Sintiéndome muy poco orgullosa de mi misma, al contrario de él, yo me había relajado con la interrupción de Tyler, pero ahora, al sentir su presión, el calor que emanaba y la deliciosa sensación de tenerlo sobre mí, me inflamé de inmediato.
    Liam soltó un gruñido y se dobló un poco sobre mí, cerniendo sus labios muy cerca de los míos.
  –Llevo unas semanas de mierda, y lo único bueno con lo que me he chocado ha sido contigo, así que, para mí, sí que eres una ganancia.
    No fue romántico, para nada, como había mencionado antes, Liam gruñía, no hablaba y su tono, normalmente era algo similar al desquicio cuando delataba algún sentimiento extra que no fuese la rabia o la expresión de su ego, sin embargo, y desgraciadamente, me encantó escuchar algo así, mi corazón dio un brinco y las mariposas de nuevo, batieron sus alas en mi estómago. Igualmente decidí que él debía tener una cosa clara antes de darme la vuelta y seguirlo allá donde deseaba llevarme.
  –Quiero que dejes de intimidar a Logan y a Ete y a… Todos mis amigos.
    Él permaneció erguido, con la misma postura y tan tenso como un tambor. Le sonreí con malicia, provocando su reacción y mi autoridad de no dejarme dominar ante él, Liam finalmente asintió.
  –Vámonos –dictó y se dio la vuelta, tomándome de la mano para continuar con nuestro camino.
  – ¿Vais algún lugar? –preguntó Tyler, frenándonos y mirando la unión de nuestras manos.
    Liam soltó un bufido de exasperación y se dio la vuelta.
  –Sí –contestó simplemente.
    Tyler frunció el ceño.
  – ¿Y qué coño hago con Sarella?
    Liam se encogió de hombros, sin embargo, a mí, ese nombre se me quedó clavado a la memoria.
  –Tú verás.
  –Esa tía está loca, no quiero ser su niñera.
  –Pensaba que te gustaba.
  –Te la cambio, yo me quedo con tu morena y te paso a la rubia.
  –Lárgate, Tyler.
    El aludido resopló y negó con la cabeza, después fijó su mirada en mí.
  –Gaela, ten cuidado con él. Mi primo, –Tyler, le dedicó una amplia sonrisa cínica a Liam–, no es un buen partido…
  –Metete en tus asuntos, Tyler –interrumpió con voz profunda y de lo más oscura. El fastidio de Liam se tornó ira.
  –Tienes razón, y tampoco me importa mucho, si después voy a ser yo quien termine cuidando de ella, será un placer.
    El descarado primo me guiñó un ojo y Liam, en un acto posesivo extraño, me colocó a su espalda y tensó su cuerpo mientras se dirigía a Tyler.
  –No sueñes con ello –advirtió con un tono diferente al que habían mantenido. Después se dio la vuelta y tiró de nuevo de mí, dejando a su primo con la boca abierta y sin palabras.
    Seguí al enfurruñado de Liam y evité no mencionar nada de lo sucedido, más que nada porque había demostrado un extraño sentimiento de celos -o eso me pareció a mí- y esa sensación que estaba descubriendo, se sentaba en mi cabeza con un precioso pensamiento de sentirme un poco más dominante hacia su persona.
    Y eso era realmente bueno.
    Recorrimos toda la enorme explanada para terminar llegando al principio de la entrada a la fiesta que ya llegaba a su glamour. Me perturbé por el gran camino, en cerco que habíamos hecho, prácticamente rodeamos la zona para terminar casi al principio de donde nos dirigíamos y todo porque antes prefería no pasar por delante de mis amigos.
    Deseé agradecerle el detalle, pero con este hombre y sus cambios de humor era completamente necesario mantenerlo en silencio.
    Liam me soltó de la mano para sacar las llaves del bolsillo, después se detuvo y esperándome su Aston Martin u otro coche similar, me quedé con la boca al ver donde apoyaba su culo.
    No entendía de motos, nada, pero esta era algo similar a un Harley modernizada y resplandeciente, eso sí, la ruedas tenían su batalla y la imagen de Liam encima de la moto… Fue terrible.
    El jinete del Apocalipsis se había ganado su nombre.
  – ¿Subes?
    Completamente alucinada y con las manos temblando por desear tirarme al cuello de ese motero, avancé de lo más lenta.
  – ¿Gaela? ¿Qué te pasa?
  –Naaaa… –Balbuceé sin poder salir de mi estupor.
    Liam había conseguido no impresionarme una o dos o tres veces, lo hacía continuamente. Él era como un enigma con patas y cada día se me antojaba más misterioso y mucho más peligroso, pero como era masoca a más no poder, ese laberinto cargado de suspense no hacía que dejarme más fascinada y mucho más interesada en él.
  – ¿Eh?
    Me aclaré la garganta porque parecía la típica persona que ve el mar por primera vez y retiré mi mirada de esos muslos doblados a su torno y definí en contorno de su brazo estirado, tomando una de los manguitos hasta terminar en su rostro. Liam fruncía el ceño y me miraba preocupado.
  – ¿Gaela? ¿Te dan miedo las motos?
  –No. –Me das miedo tú encima de la moto.
  – ¿Entonces?
    Sonreí con picardía y levanté mi pierna para subir a horcajadas encima de esa bestia de dos ruedas.
  –Cógete a mí –ordenó con una voz muy suculenta, y obedecí.
    Rodeé con mis brazos su cintura y no me corté ni un pelo a la hora de cogerme bien a su cuerpo. Liam pasó su mano por Enma de una de las mías, acariciando mi carme y después la apoyó en el otro manguito.
    La moto salió tranquilamente pero una vez se unió a la carretera, ese hombre me puso los pelos de punto.
    No me equivocaba con él, le gustaba la adrenalina, pero al notar como presionaba mi agarre, soltó un poco el manguito y descendió su marcha.
  – ¿Quieres comer? –Preguntó ladeando un poco su cara–. Puedo parar en un área de servicio y…
  –No tengo hambre, pero si tú…
  –Yo no tengo hambre de comida precisamente –ronroneó de una forma picara y maliciosa. El escalofrío me empujó contra él–, pero como te he dejado sin comer dos veces ya… No sería muy correcto dejarte una tercera.
  –No te preocupes, ambas veces me dieron de comer –dije en broma apoyando mi barbilla en su hombro y presionando mis brazos, al contorno de esa carne dura sin darme cuenta.
  – ¿Quién? –preguntó ronco y continuando con su nivel dulce de voz.
  –Adriana me dio de cenar e Ivan de comer…
    Me silencié en el mismo momento que, tras decir el nombre de mi prometido, Liam se tensó.
  –Eso ya no volverá a suceder –pronunció con voz grabe dando por terminada la conversación.
    Miré el paisaje, un desierto lleno tanto de polvo como esqueletos de árboles, después de unos pocos kilómetros más, apareció vegetación y los bosques fueron inundados de plantas, copas frondosas y flores de colores. El viaje duró más de media hora y no tenía muy claro donde me llevaba hasta que por fin se detuvo en un Motel de carretera nada elegante pero si muy íntimo y bastante difícil de localizar.
    Bajó de la moto y me ayudó a bajar a mí.
  –Espera aquí, voy a ver si tiene habitaciones libres.
    Liam se dirigió a la caseta central de donde colgaba el segundo cartel de neón grande que en ese momento estaba apagado y yo me entretuve mirado la zona de las habitaciones. Una línea recta de casetas de madera con techos de chapa pintados de azul oscuro.
    Muy original.
    Por un momento se me revolvió el estómago al pensar en ese lugar como picaderos para hombres casados, pero después de girarme a mi espalda y ver el enorme cuerpo de Liam entablando conversación con el gerente ese repentino y asqueroso pensamiento se me fue de la cabeza.
    No hacía nada malo, lo deseaba, deseaba hacerlo y más con él, y sobre todo después de todo lo sucedido con Ivan.
    Cerré los ojos y sus piré, centrando mi mente para dejarla completamente en blanco. Todo lo que sucediera aquí, se quedaría aquí…
    Me sobresalté cuando mi móvil comenzó a sonar. Hurgué en mi bolso y lo encontré enseguida, pero al ver en la pantalla quien era, todo a mí alrededor comenzó a darme vueltas y eso de respirar se convirtió en misión imposible.
    Inmediatamente le colgué a Ivan.
    La llamada se hizo de nuevo y otra vez, mi primer y único impulso fue colgar, esta y la siguiente y dos que le vinieron a continuación.
    Colgué las seis llamadas insistentes de Ivan con una reacción violenta.
    Finalmente apagué el móvil y lo guardé en el bolso, pero cuando levanté la cabeza me choqué con la mirada azul de Liam mirando mi bolso y luego a mí.
  – ¿Todo bien? –Su voz sonó profunda y parecía arrastrar la fuerza de la arena y el viento.
  –Sí –contesté sin temblar y sin vacilar.
    Por algún motivo muy extraño, la visión de Liam, intimidatoria, no había hecho saltar ninguna de mis alarmas, me pregunta cómo era eso posible, pero después de pasar un fin de semana de locos, racionalicé la idea a que ya estaba cansada de todo y simplemente quera disfrutar del presente con él sin nada ni nadie estropeara el momento.
  – ¿Quién era?
    Los ojos de Liam se habían convertido en el azul del hielo. Osadamente le devolví la mirada, intrigada por los matices más allá de sus profundidades.
  –Mi madre. Está convencida de que tengo mala memoria e insiste en recordarme mi agenda de asuntos… personales.
    Liam estudió mi respuesta a través de mis ojos y desgraciadamente, no es que se creyera mi mentira, cosa que dejaba claro que no, pero mi poca información delataba en cuenta gotas que le daba en ella.
  –La boda, supongo –mencionó como si nada. No pretendía asustarme, carecía de su aura destructora que siempre me había arrollado, pero el que se preocupara o simulara que lo hacía, me daba muy mala espina.
  –Sí. El miércoles tengo una cita para elegir el pastel.
    Por fin, una sonrisa saltó a sus labios y medio girándose hacia las habitaciones, soltó una carcajada.
  –Por Dios, ¿Eso también se elige? –preguntó incrédulo y no pude evitar sonreír.
  –Todo se elige, las bodas es un follón que preparas en dos o tres años y que luego únicamente disfrutas diez horas.
    Liam se relajó pero mantuvo la sonrisa en sus labios.
  –Creo que por eso nunca me casaré. Jamás destrozaría mi vida de esa manera.
    Sentí un pequeño tirón en el pecho tras escucharlo decir eso, pero lo retiré de inmediato porque me daba igual lo que pensara de eso.
  –Tampoco resistirías estar atado a la misma mujer –dije con brusquedad, arrepintiéndome inmediatamente de haber abierto la boca.
    Liam se tensó visiblemente y por un instante una nube de confusión cruzó su rostro.
  – ¿Te ha molestado mi comentario?
  –No. Cada uno es libre de hacer lo que le dé la gana y de soportar a la mujer que quiere tener. Si tú no puedes estar más de una semana con la misma, no te juzgo, es tu vida.
    Contuve la respiración cuando me tomó de la mano con una gran gentileza que contrastaba con su aspecto. Levantó mis dedos llevándolos cerca de sus labios. Sus ojos oscuros estaban fijos en los míos. Se me aceleró el pulso pero parecía que mi corazón estuviese en otro sitio. Inhaló el aire como si oliese mi sangre hirviendo bajo mi piel y contuve un escalofrío apretando la mandíbula.
  –Depende de que mujer –susurró y todo mi cabello se erizó–. Tengo las llaves –cambió de tema tan radical que casi me caigo–. Vienes conmigo o… has cambiado de idea.
    Intercambié unas miradas con él, Liam parecía contener el aliento mientras mantenía su mano tomando todavía la mía. Empujé de ese agarre pero no para retirarlo, sino para llevarlo detrás de mí.
  – ¿Qué habitación es?
    Noté como él recuperaba el aliento al soltar una intensa y sonora respiración y me siguió sin oponer resistencia.
  –La seis.
    La última pensé al tiempo que me dirigía a ella.

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